No, no se trata de una pelea ni de un pescado (sé que con ese nombre te hice dudar). Hoy vengo a hablarte de una práctica considerada por muchos como extrema e incluso bruta. Pero no te asustes: como todo lo que te muestro en este blog, no se trata de algo peligroso si lo sabes hacer bien, con cuidado, información y muchas ganas de dejarse llevar. Te confieso algo: yo no lo he practicado (todavía). Así que hoy aprenderemos juntas de qué va, cuáles son sus riesgos reales y cómo se realiza de forma segura. Porque sí, aunque ya haya explorado un montón, aún hay cosas que no he probado… pero que tengo muchísima curiosidad por intentar. ¿Te animas a darle una oportunidad al fisting conmigo? 👊🏻🍑
Pero para entender bien de qué va todo esto, primero hay que responder lo básico: ¿qué es el fisting (también conocido como 'fist-fucking')? Pues te lo digo en criollo para que no haya dudas: se trata de introducir la mano (sí amiga, la mano, parcial o completamente) por la vagina o por el ano. Y sí se quiere llevar al extremo, se puede introducir el puño (de hecho, fist es puño en inglés). Y no, no es una locura sin sentido ni un acto de brutalidad. Para poder llevarla a cabo hay que prepararse bien. Aquí la rudeza se queda fuera: no se trata de embestir a nadie ni de hacer daño, sino de explorar un templo sagrado, delicado y místico.
Esta práctica se puede realizar tanto en pareja como en solitario (sí, hay mujeres que se masturban con fisting, aunque suene sorprendente). Lo importante, siempre, es hacerlo con conciencia. Si lo haces en pareja, lo primero es hablarlo. El consentimiento es clave, sobre todo en prácticas tan intensas como esta. Y si lo haces sola, escúchate, respeta tus ritmos, y no te apures por llegar a ningún lado. Recuerda: siempre puedes parar en cualquier momento si algo duele o te incomoda. En el sexo, quien manda eres tú.
El fisting suele practicarse en entornos de BDSM, ya que se considera una práctica extrema, pero que puede generar muchísimo placer. En estos espacios, el consentimiento y las palabras de seguridad no son opcionales: son la base para llevar al cuerpo a esos extremos sin hacerle daño. Como ya te expliqué en otro post, las prácticas BDSM requieren una conexión profunda, muchísima confianza y límites bien definidos. Y es justamente todo eso (la entrega, la claridad, el respeto) lo que puede transformar algo que a simple vista parece peligroso, en una experiencia erótica, intensa y hasta mágica.
Y ahora que ya sabemos de qué va esto... vamos a romper algunos mitos, porque hay muchas ideas locas rondando por ahí...
🧠 MITOS Y VERDADES DEL FISTING
Muchas veces lo que nos frena a probar prácticas nuevas o curiosas es la mala fama que tienen, o los mitos que las rodean. A mí me pasó con el sexo anal: no me atrevía, y cuando lo hacía la tensión no me dejaba relajarme... lo que hacía que me doliera. Hasta que no empecé a dejarme llevar de forma tranquila y segura (esto con la increíble ayuda de Don Besucón), no fue que pude disfrutarla de verdad. ¿Y qué quiero decirte con todo este rollo? Que debemos relajarnos. Soltar el miedo. Yo también tengo mis dudas con el fisting, pero si algo he aprendido es que el cuerpo responde mejor cuando no está peleando con la mente. Así que vamos juntas a desmitificarlo.
🧤Mito 1: “Si me hacen fisting, me voy a quedar abierta para siempre”.
No amiga, eso no es así. Sí somos capaces de dar a luz y volver a cerrarnos, ¿tú crees que un puño nos va a dejar abiertas de por vida? Por favor. Eso es una falsedad total. Lo que hace que las vaginas sean más grandes o estrechas es la genética (nada más y nada menos), una practica como esta (sobre todo si se hace muy de vez en cuando), no deja la piel estirada como un chicle viejo. La vagina (y el ano) tienen una elasticidad brutal, y si se hace con cuidado, todo vuelve a su lugar. No eres un globo desinflado. Eres un músculo inteligente.
🔞Mito 2: “Eso solo lo hace la gente enferma o adicta al porno extremo”
Eso son solo prejuicios. Lo practican más personas de lo que pensamos… ¡yo misma he conocido chicas que me lo han recomendado! ¡Imagínate! Y no es de extrañar, el sexo es como la vida: diverso, variado e interesante. Este tipo de prácticas suelen atraer a personas curiosas, muy conectadas con su cuerpo, y que muchas veces están en relaciones súper sanas y conscientes. No es un concurso de rarezas ni un capítulo oculto del Kamasutra prohibido. Es simplemente una forma más de explorar el placer.
⚡Mito 3: “El fisting duele sí o sí”
Bueno, aquí te digo lo mismo que te dije con el griego: si duele es porque no lo saben hacer. Las prácticas sexuales que requieren dilatación necesitan paciencia, delicadeza y muuuucha calma. No puedes pretender hacerlo el primer día de un solo golpe (en este caso puño) y esperar solo placer. No funciona así. Es necesario practicar, relajarse e intentarlo todas las veces que haga falta, hasta que el cuerpo esté listo para recibir toda la mano (o el puño, si llegas hasta ahí). Cuando se hace bien, no hay dolor. Solo placer. Y si en algún momento algo molesta, se para y ya está. Nadie está corriendo una maratón sexual.
🗓️ Mito 4: “Si te gusta el fisting, es porque lo haces todo el tiempo”
No, mi ciela, tranquila. El fisting no es como el café de la mañana, ni tiene por qué convertirse en parte de tu rutina semanal. Es una práctica intensa, sí, y muchas veces se disfruta justo porque no se hace todos los días. Hay quien lo prueba una vez, y no repite. Hay quien lo hace de forma muy ocasional, como algo especial. Y también hay quien lo practica más seguido, porque le encanta. ¿Y sabes qué? Todas están bien. Explorar el fisting no te convierte en una adicta al sexo ni en una experta en penetraciones extremas. Solo significa que has probado algo diferente y has escuchado a tu cuerpo. Porque el placer no tiene horario fijo… y mucho menos calendario obligatorio.
Después de todo ese rollo, ahora vamos a lo sabroso, porque mucho leer sin practicar no sirve de nada.
✨ ¿Cómo practicar el fisting?
Como ya te conté antes, esta práctica requiere paciencia y delicadeza. No es como meterse un tampón: aquí el cuidado va en modo extra deluxe. He estado investigando en distintas fuentes y he reunido los mejores consejos para que sepas cómo practicarlo paso a paso. Así que toma nota, porque si hay un objetivo claro en todo esto, es este: mucho, muchísimo placer.
1. Limpieza de las zonas a probar
Esto aplica sobre todo si quieres probar el fisting anal 🍑. Es necesario realizar una limpieza profunda al menos 2 o 3 horas antes de la práctica, preferiblemente con una ducha anal o enema suave. De esta forma se reducen los riesgos de “accidentes sucios” 💩 (sí, amiga, eso). Aquí la higiene no es opcional, es parte del placer.
2. Ten todos los cuidados y accesorios a la mano
En muchos sitios recomiendan usar guantes de látex (sí, los mismos que usan los médicos 🧤) para hacer esta práctica de forma más segura. Con esto evitas bacterias, y también cualquier riesgo de arañazo si tienes uñas largas o algún cortecito invisible y reducimos el riesgo de lesiones y transmisión de enfermedades. Además, los guantes hacen que todo deslice mejor si están bien lubricados... y eso, créeme, se agradece. También es clave tener a la mano mucho lubricante, algún juguete o plug si te apetece calentar motores… y por qué no, una copita de vino si quieres entrar en mood 😏🍷 (guiño guiño).
3. Lubricación: si no chorrea, no va
Sea cual sea la zona que quieras explorar, tenemos que ser sinceras: nuestro cuerpo no lubrica tanto como para meter una mano. Por eso, en todos los sitios especializados recomiendan lo mismo: usa lubricante, y mucho. No te cortes. Usa todo el que necesites, sin miedo. De hecho, hay lubricantes con base de cannabis que ayudan a relajar y adormecer un poco la zona, lo cual puede hacer la experiencia más placentera si es tu primera vez. Lo ideal es usar un lubricante a base de silicona, porque dura más y no se seca tan rápido. Pero si estás usando guantes o preservativos, mejor uno a base de agua para evitar que se rompan. Porque aquí, amiga... si no resbala, no avanza. 💧
4. Crea un ambiente cómodo y relajado
Esto es esencial. Mientras más tranquila estés, más fácil será que tu cuerpo reaccione como deseas. Tu mente debe estar en paz, despejada, con ganas de dejarse llevar. Elige un lugar cómodo y seguro: puede ser tu cama, el sofá, la ducha, un hotel... cualquier sitio que te haga sentir tranquila y contenida. ¿Y el ambiente? Importantísimo. Baja las luces, pon música suave, enciende una velita si quieres... y si es de tu gusto, acompaña todo con una copita de vino. La idea es que tu cuerpo entre en un estado de relajación profunda. También es buena idea tener cerca toallas, papel, una mantita, o lo que necesites para sentirte a gusto y sin apuros. El placer no se lleva bien con el estrés. Así que respira hondo, conéctate contigo (o con tu pareja), y recuerda: esto es una experiencia, no una carrera.
5. Empieza con los dedos: despacito y con buena letra
Vale, aquí es donde empieza lo bueno. El secreto de esta practica es la dilatación paulatina, lo que quire decir que debemos ir probando la zona poco a poco y abriéndola de forma gradual. Empieza con un dedo, luego dos, y así vas avanzando poco a poco. Escucha al cuerpo. Si aprieta o rechaza, no insistas. Cuando ya haya confianza, puedes seguir con tres o cuatro dedos, y así ir creando la forma correcta: en vez de mano rígida, piensa en un cono, como si tu mano fuera un patito 🦆 (sí, así tal cual). Esa forma facilita muchísimo la entrada y evita molestias. Nada de dedos separados como si estuvieras saludando a un grupo. Juntitos y suaves, como si tuvieran una misión divina (spoiler: la tienen). Y si no llegas al puño completo, no pasa nada. No es obligatorio meter toda la mano. Con que lo estés intentando con respeto y placer, ya estás haciendo magia.
6. Comunicación y respeto: sin presión, sin prisa
El fisting, como cualquier otra practica que quieras probar, no es obligatoria ni tampoco es una prueba de amor. El consentimiento, el respeto y la comunicación son la base esencial de cualquier practica que requiera paciencia y cuidados extra. Hablar antes, durante y después de este tipo de practicas hará de la experiencia algo mucho más significativo y placentero. Además, este tipo de conexiones refuerzan el vinculo dentro de la relación. Si algo molesta, para. Si te da miedo, para. Si de pronto te desconectas, para. Aquí no se gana por llegar al puño completo, se gana por disfrutar del camino. Y si lo haces sola, igual: no te obligues a nada. Esto no es para demostrarle nada a nadie, ni siquiera a ti. Es para sentir, explorar y descubrir lo que te gusta. En resumen: si no hay placer, no hay trato. Y si hay dudas, mejor dejarlo para otro día. Tu cuerpo siempre sabe.
⚠️ Riesgos a tener en cuenta (sin paranoia, pero con cabeza)
Como toda práctica sexual más intensa, el fisting tiene algunos riesgos que conviene conocer. No es para alarmarse, pero sí para estar preparadas. Aquí te dejo lo básico, sin tecnicismos y sin exageraciones:
- Pequeñas lesiones: si no se hace con cuidado (o si se tienen las uñas largas), puede haber rasguños internos. Por eso el uso de guantes y una buena cantidad de lubricante es clave.
- Dolor o incomodidad: si no estás relajada, si vas muy rápido o si no estás en el mood, tu cuerpo lo va a rechazar. Y eso está bien. Lo importante es escucharlo y parar cuando sea necesario.
- Irritación o inflamación: puede pasar, sobre todo si lo haces muy seguido o sin descanso.
- Riesgo de infecciones: esto aplica más en el fisting anal. Si no hay higiene o protección adecuada, pueden aparecer bacterias indeseadas.
- Emoción intensa: sí, esto también es un “riesgo”. Algunas personas sienten una conexión tan fuerte (física o emocional) que se quedan removidas. Por eso, un buen aftercare (mimos, charla, descanso) nunca está de más.
Como ves, nada fuera de lo común. Con sentido común, lubricante, paciencia y confianza, todo fluye. Lo importante es que tú estés bien, relajada y en buenas manos.
Bueno, ya te conté que no lo he practicado, pero después de leer, investigar y escribir, tengo la mente mucho más abierta. No te voy a decir que lo voy a probar hoy mismo, pero quizá más pronto de lo que pensaba. No te voy a negar que me da un poco de miedo. Pero el miedo nunca me ha paralizado, y mucho menos en el sexo. Me gusta sentirme capaz de experimentar y de llevar mi cuerpo al límite, aunque siempre de forma segura, claro.
Lo que más me ha gustado de todo lo que he leído sobre el fisting es que, más allá de lo intensa o extrema que pueda parecer esta práctica, puede convertirse en una experiencia íntima, divertida y muy conectada. Porque en el sexo, no es la meta lo que importa. Es el camino. Disfrutar, pasársela bien y reírse también forma parte del placer. La clave es hacerlo con amor, con respeto (sobre todo hacia tu cuerpo) y con mucho (muchísimo) lubricante. Y si no lo quieres probar, también está perfecto. Esto no es una competencia, ni una acumulación de medallas sexuales. Se trata de tu cuerpo, de tu deseo, de tu energía. Ahora dime... ¿Te animarías a meter mano en esto? O mejor dicho… ¿a dejar que la metan?😏
¡Nos leemos en el próximo post! ❤👊🏻
Fuentes para esta entrada:
Por qué el 'fisting' se considera una práctica sexual extrema
Qué es el fisting y cuáles son los riesgos de esta práctica sexual extrema
Fisting - Wikipedia, la enciclopedia libre
Fisting: cómo no “morir” en el intento - Blog Euro Poppers Espana
Fisting: todo lo que debes saber sobre esta práctica sexual | Glamour
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