lunes, 31 de marzo de 2025

Blogfesiones: La dolce vita

 
    Sí, el cliché más cliché, pero es imposible no sentir que “la vida es dulce” cuando vives momentos como estos. Prepárate que te tengo un chismecito nuevo. Esta vez me he ido con Don Besucón a un lugar que combina muy bien lo antiguo (y cuando digo antiguo, me refiero a muy muy histórico) con lo moderno. Los viajes nutren el ser, te hacen descubrir nuevos paisajes, caras, acentos, comidas y, sobre todo, experiencias. Vamos a tomarnos un cafecito juntas y deja que te cuente cómo están las cosas por ese lado del mundo en el que me encontraba hasta esta tarde. ¿Quieres saber dónde estaba?

Si me conoces bien (o aunque sea un poco), sabes de sobra que me encanta viajar. Si pudiera vivir de visitar los rincones más interesantes del mundo, lo haría sin pensármelo dos veces. Siempre me ha parecido fascinante descubrir nuevos lugares e historias de la vida. Cómo siempre digo: cualquier excusa para viajar es buena... En esta ocasión, me fui a Matera, Italia. He viajado como acompañante de Don Besucón en un viaje de trabajo. Ese lugar es muy especial, porque se trata de un pueblo muy, pero muy antiguo. Todo está hecho de piedra: las casas, las calles, las plazas… todo. Es impresionante de ver.


Siempre me ha fascinado la historia. De hecho, cuando estaba en la universidad, el derecho romano era una de mis materias favoritas, aunque debo admitir que no era nada fácil. Pasear por las calles de Matera me transportó directamente a esos libros de historia y derecho que tanto estudié. Ya había sentido algo parecido en Roma, la primera vez que visité Italia, pero esta vez la sensación era aún más intensa. Caminar por sus calles es como viajar en el tiempo, y lo más impresionante es el contraste: al salir de la zona antigua, de pronto te encuentras con una ciudad moderna, con calles y edificios como los de cualquier otra ciudad europea. Es casi como cambiar de un set de película a otro.

Este es un lugar con aproximadamente cuatro mil años de historia. Estar allí es como viajar en el tiempo, a la época en la que griegos y romanos gobernaban las capitales más importantes del mundo. ¿Alguna vez viste La Pasión de Cristo? (No es por ponerme religiosa, pero parte de la película fue rodada allí, así que imagínate la pinta que tiene ese lugar). Ahora imagina que, por un momento, te trasladas a esa época y caminas por sus calles antiguas de piedra… No sé si puedes visualizarlo, pero esa escena es lo más cercano a lo que quiero transmitir.


Es inevitable pensar en todos los siglos de historia que han pasado por ese lugar. Sus calles de piedra han sido testigos de incontables vidas, encuentros y despedidas, de voces que aún parecen resonar en el tiempo. En Matera, el pasado y el presente conviven en perfecta armonía, sin competir. Fue una experiencia única escribir desde allí, y me doy cuenta de algo importante: al final, no importa lo que fue, sino lo que sigue siendo. Ese lugar está lleno de vida, pero también cargado de historia.

El primer día hicimos turismo en la ciudad de Bari, recorriendo sus plazas y avenidas principales. Apenas bajamos del transporte y comenzamos a caminar, vi algo que me voló la cabeza: ¡una máquina expendedora llena de pasta! Así es, un vending disponible 24 horas que, además de chuches, papitas, bebidas y hasta café, tenía pasta de todos los tipos y colores. Son cosas que solo pasan en Italia…

Para comer, elegimos un restaurante muy elegante de la ciudad, y esa fue nuestra primera experiencia culinaria (déjame decirte que no paramos de tragar en todo el viaje; ahora me tocará apretar, ¡Mamma mia!). Comenzamos con entrantes y pasta, seguidos de una carne que se deshacía en la boca (¡una delicia!), todo acompañado de un vino fresquito y dulce. Me encantó. Para terminar, un postre sabroso. Lo más curioso del restaurante es que estaba dentro de una especie de cueva. No era demasiado profunda, pero sí lo suficiente como para hacerte sentir en otra época.

Callejeamos un poco y nos dejamos atrapar por el encanto de Italia. Siempre me ha fascinado cómo en el sur cuelgan la ropa en las ventanas, y claro, con el sol que pega, es normal que lo aprovechen. Caminar por las calles de cada lugar que visitamos estos días y ver siempre la misma escena me recordó a esas películas italianas que solía ver en canales antiguos de televisión. Pero no solo la ropa colgada, también las vitrinas me llamaron muchísimo la atención. Es bien sabido que Italia es un centro de moda del mundo, sobre todo Milán y Roma. Ver cómo iba la gente vestida, pero también la ropa de las vitrinas de las tiendas de alta costura, era de otro nivel, me dejó impactada.


Además de la ropa, nos llamaron la atención las numerosas estatuas y decoraciones religiosas que hay por la ciudad, ¡son muchísimas! Ese día, como de costumbre, compramos un pin de nevera para nuestra colección (sí, nos encanta llevarnos uno de cada sitio que visitamos juntos, ¡si vieras lo llena que está nuestra nevera… y todo lo que aún nos falta por recorrer!). Terminamos la jornada con un helado típico de la ciudad, porque si algo no puede faltar en Italia, es un buen helado.


Después de comer cogimos un bus (no te he contado que hemos viajado en un grupo grande, un coro de un pueblo de Valencia, la directora, la organizadora, el pianista y los acompañantes, en un intercambio coral) y nos dirigimos a Matera. El ambiente me sorprendió para bien, pues me encontré rodeada de gente muy amable y divertida, es verdad que me gusta ir a mi aire, pero las veces que socializamos fue bastante agradable. El hotel al que llegamos se trataba de un albergue, pero bastante bien ubicado y cómodo. Al lado teníamos una disco/barra/terraza. Un sitio con una decoración muy moderna y bastante curiosa. 


El sábado fue nuestro día más movido. Comenzamos con un buen desayuno en el hotel, para luego irnos en manada caminando hacia la zona histórica de la ciudad. El plan era hacer turismo con un guía que nos fuera explicando la historia y los detalles de la ciudad. Obviamente que otro pin de nevera cayó en mis manos, pero esta vez de Matera. No faltaron las fotos, las risas y los lugares mágicos. Una vez terminamos, fuimos a comer y de ahí los coralistas se prepararon para dar su concierto. Luego del concierto hubo una cena de gala (a la que fui con un outfit de muerte, un vestido blanco con unos tacones con plumas) donde comimos hasta reventar. 


Gran parte del viaje me la pasé descansando (durmiendo como las marmotas), así que mi domingo no fue precisamente movido. Después de un trimestre tan ajetreado, necesitaba parar. A veces me reprocho no sacar más tiempo para escribir, pero es que simplemente no me da la vida. Aún así, esta desconexión me vino de maravilla. Solo necesitaba unos días para despejar la mente y dejar de pensar. Ahora me siento con más energía, y todo gracias a esta pausa tan necesaria.


El último día, mientras callejeábamos por Altamura antes de volver a Bari para tomar el avión, nos encontramos con un horno antiguo. Don Besucón no podía irse sin probar el famoso pan de la zona (además de la pasta), así que entramos y nos quedamos boquiabiertos. Era un horno enorme, de piedra, con la leña a la vista, de esos que parecen sacados de otra época. Por supuesto, no pudo resistirse y se llevó un pan de ahí. No se lo iba a perder por nada del mundo.


Sin duda, unas vacaciones bien merecidas... Sé que esta sección es para los domingos, pero como comprenderás, a veces vale más la pena vivir el momento. Ya sabía que tendría tiempo para contarte todos los detalles. Aún me quedan un par de días de descanso antes de volver al trabajo, tiempo suficiente para reajustarme en la rutina y en mi lista de pendientes. No sabes cuánto extrañé a mi bebé (no te he contado que tengo una mascota, ya le dedicaré un post especial, pero te adelanto que es una gata negra cuyo nombre es Annubis). Así que, voy a dedicarle tiempo de juegos y mimos. Espero que tengas una linda semana y que la vida te regale momentos que te hagan sentir como una niña: ¡sorprendida y encantada!


¡Ci leggiamo nel prossimo post! 💚🤍❤


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4 comentarios:

  1. Bravissimaaaa la mia raggazza!!!!👏👏👏👏❤🇮🇹😘😍😍

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  2. Te mereces todo lo bueno que te pueda pasar de Venezuela un fuerte abrazo, y que sigan las estrellas guiando el camino y muchos éxitos más tu amigo JCS

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