jueves, 3 de abril de 2025

¿Un rapidito?


    Siempre dicen que lo bueno dura poco, y en algunos momentos eso es muy cierto... ¿Quién dijo que un encuentro electrizante tiene que durar horas? El placer exprés, en su máxima expresión, puede dejarte sin aliento y deseosa de más. No hacen falta grandes escenarios para que la chispa y la conexión se sientan; en cualquier momento y lugar, incluso cuando no conoces de nada a la otra persona... Esta semana haremos una lectura 'rapidita' sobre esos encuentros fugaces que son una explosión de deseo en su forma más pura. ¿Eres del team rapidito o del team larguito?

Seguramente estás familiarizada con la palabra, ¿y quién no? Si prácticamente es un patrimonio cultural. Y aunque pueda tener varios significados, aquí hablamos de ese sexo exprés que surge de repente debido a una fuerte atracción sexual, como cuando te entran ganas de comer chocolate a las tres de la mañana: inesperado, intenso e imposible de ignorar. Se da de manera desordenada e impredecible, y ahí radica su encanto. En este momento breve e intenso, el romanticismo y la delicadeza salen por la puerta, mientras los impulsos y el deseo toman el control. Aquí no hay espacio para la moderación ni el autocontrol; se trata de entregarse al placer sin rodeos, siempre con el objetivo de que ambos disfruten al máximo. La chispa que enciende un encuentro así hace que la excitación se dispare, convirtiéndolo en una experiencia corta pero explosiva.

Lo que más me fascina de los rapiditos es lo impredecibles que pueden ser. No necesitas planificarlos demasiado. En España tienen una expresión que me encanta y que define perfectamente la esencia de un rapidito: aquí te pillo, aquí te mato. Y es que en este país, muchas personas disfrutan del sexo en exteriores, les da mucho morbo dejarse llevar por un rapidito en cualquier lugar que surja espontáneamente… Una cualidad que encuentro muy interesante de los españoles y españolas.

Cuando te plantean la propuesta, tienes dos opciones: dejarlo pasar (si es lo que realmente te apetece) o dejarte llevar, porque los instintos más primitivos se apoderan del momento cuando te permites relajarte y entregarte al placer de un rapidito. En las discotecas, esta es una anécdota muy común, ya que un rapidito en los baños después de haber estado bailando (y hasta besando) durante un buen rato eleva la temperatura de cualquiera. Yo misma me dejé llevar por la pasión (y por el alcohol) en el baño de una discoteca con Don Besucón (guiño, guiño). ¿Y cómo no?hacerlo con tu pareja puede ser tan divertido como hacerlo con un desconocido.

¿Alguna vez te has portado mal en el trabajo? La vida es muy larga, y yo soy partidaria de que debemos probar de todo. Hace unos años, cuando conocí a Don Besucón, yo trabajaba en una tienda. Estaba en un sitio apartado, por lo que la clientela era bastante escasa. Don Besucón daba clases cerca de mi tienda, y un día, entre risa y risa por WhatsApp, le mencioné que estaba aburrida y él me dijo que, si quería, podía pasar y hacerme compañía un rato. Me encantó la idea y le dije que se llegara a la tienda donde trabajaba.

En principio, solo charlamos, pero no recuerdo bien cómo, la conversación se volvió más fogosa. Una cosa llevó a la otra, y al final le propuse cerrar la puerta de la tienda, poner el letrero de 'cerrado' durante unos 10 minutos y meternos al baño. Claro, él no se lo pensó dos veces. Así que nos metimos al baño para un rapidito. En la vida hay momentos en los que vale la pena dejarse llevar. Ojo, que lo hagas en tu trabajo no es algo que yo recomiende abiertamente (porque si te pillan, ¡te pueden despedir!), pero el concepto de 'portarse mal' siempre generará curiosidad y morbo.

Y esos son solo algunos ejemplos. En encuentros casuales, un rapidito puede surgir cuando la conexión, la chispa y el deseo se apoderan de tu mente, encendiendo una llama dentro de ti creando una necesidad de ser apagada… (y si las circunstancias lo permiten, claro). ¿Quién no ha sentido la tentación de meterse al baño de un restaurante o dentro del coche en un estacionamiento? O quizás vas más allá y te dejas llevar por el deseo en una playa, en una boda o en algún compromiso social, ¡hasta en la casa de tus padres cuando estás de visita! El rapidito está en todas partes. Tengo una amiga que, en plena calentura, terminó en el parking de una empresa y casi los pillan… justo cuando ella estaba arrodillada, cantando con su garganta en el micrófono de su chico (guiño, guiño).

Pero claro, el rapidito no es exclusivo de callejones oscuros o baños de discoteca. También se puede practicar cómodamente en casa, en cualquier momento en que la pasión ataque sin previo aviso. ¿Alguna vez has estado disfrutando de una ducha caliente y, de repente, tu chico ha entrado como si fuera el mismísimo Aquaman, pero en versión casera, con la berenjena lista (o en proceso de activación)? Para mí, siempre es una grata sorpresa y una excusa perfecta para hacer del baño un lugar más juguetón y excitante. Además, ¡hasta es ecológico! Dos cuerpos enjabonados, una sola ducha y un ahorro considerable de agua… si eso no es responsabilidad ambiental, no sé qué lo sea. Al final, se trata de dejarse llevar por el deseo y aprovechar el momento. Porque, seamos sinceras, un rapidito bien dado no solo aviva la chispa de la relación, sino que también te saca de la rutina y la monotonía.

Y ojo, también puedes planificar un encuentro corto con tu pareja e incluir un rapidito en su rutina. Don Besucón siempre me dice que su momento favorito para la intimidad es por las tardes. Así que, muchas veces, lo voy calentando desde la mañana, ya sea con mensajes cachondos o simplemente susurrándole lo mucho que lo deseo. Así, antes o después de comer (depende de cuánta hambre tenga… en todos los sentidos 😏), nos entregamos a un rapidito para encarar la tarde con otra energía. Luego, cada quien sigue en lo suyo, pero con una sonrisa cómplice y el ánimo renovado (guiño, guiño). Es difícil dejarse llevar por la espontaneidad cuando las responsabilidades te tienen secuestrada la agenda, pero ahí está la magia del rapidito: en pocos minutos, te puede cambiar el día... y la actitud.

Practicar sexo de manera espontánea o integrarlo en tu rutina puede tener un impacto positivo en tu autoestima y en la forma en que te percibes a ti misma. Siempre hablamos en mis posts de los beneficios físicos de mantener intimidad regularmente: liberación de endorfinas, mejora del ritmo cardíaco, cutis radiante, cabello, piel y uñas más saludables gracias a la liberación de estrógenos, entre otros. Pero más allá de lo físico, también actúa como un motor en tu percepción personal y en la forma en que llevas el día a día, ya que alivia el estrés, te permite hacer ejercicio de manera divertida, mejora la conexión con tu pareja o, simplemente, te permite vivir bajo tus propias reglas, dejándote llevar por lo que tu cuerpo y tu deseo te piden.

La clave está en escucharse. ¿Qué es lo que realmente deseo? ¿Quiero dejarme llevar por ese deseo? Si puedes ser fiel a ti misma y no hacerle daño a nadie, no tienes por qué sentirte culpable ni cargar con ese peso moral que nos dicta cómo debemos comportarnos las mujeres, tanto con desconocidos como dentro de nuestras relaciones. Lo importante es que vivas y te diviertas, que te dejes llevar por lo que tu propio cuerpo te pide, sin restricciones ni limitaciones impuestas por la moralidad o la aceptación social. A mí me costaba mucho relajarme en exteriores, porque, en mi país (al menos en la línea temporal en la que yo crecí), estaba muy mal visto tener intimidad en público. Me costó un mundo aprender a relajarme en espacios abiertos (¡incluso para dar un beso!), y fue gracias a Don Besucón que fui aprendiendo a soltarme. Él me enseñó a disfrutar de las pequeñas cosas prohibidas de la vida (fuera de una habitación o un baño).

Ahora, claro, no todo puede ser tan libre como para no pensar en un par de precauciones. Porque, aunque los rapiditos sean espontáneos y divertidos, la seguridad siempre es lo primero. Así que, si te lanzas al placer de forma impulsiva (y no me malinterpretes, ¡es lo más!), nunca está de más tener a mano protección. Yo, cuando estaba soltera, siempre llevaba conmigo un par de condones, porque me gusta divertirme, pero también sabía que uno nunca sabe si la otra persona está tan preparada como tú. Yo solo me quedaba tranquila sabiendo que estaba segura. Porque un rapidito sin protección es como un juego sin reglas: puede ser excitante, pero también arriesgado. Así que, ya sabes, ¡no hay excusas! Estar preparados nunca fue tan sexy. Y si en el calor del momento se te olvida... siempre hay tiempo para un pequeño recordatorio... ¡y a seguir disfrutando!

¿A ti te gustan los rapiditos? ¿Te dejas llevar por el momento o te frenas cuando no te sientes completamente en tu zona de confort? Como siempre, mi invitación es a probar, sin miedos. Porque lo importante no es lo que digan los demás ni lo que se espera de ti, sino cómo te sientes tú en cada momento. Al final, todo lo que importa es que disfrutes a tu manera, sin presión. Y si alguna vez el deseo te invita a un rapidito, recuerda: no es solo un juego de placer, ¡es un recordatorio de que la vida también está para disfrutarla sin restricciones!

¡Nos leemos en el próximo post!❤💨

Fuentes para esta entrada: 

Beneficios y consejos para tener un buen “rapidito” con tu pareja

¿Cómo hacer un “rapidito”?

Los beneficios de tener un “rapidito” con tu pareja

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6 comentarios:

  1. Muy bueno hija mía 🥳🥳🥳 seguimos aprendiendo 😁😁😁

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  2. Me encanta como narras, sugieres, enfocas, excelente tu contenido!

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    1. Muchas muchas gracias!!! Que bonito que te guste mi estilo! Sé que es muy personal… gracias por tu comentario y por leerme❤️❤️❤️

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  3. Dónde sea es bueno darse un rapidito para recargar esas energías corporales! Cómo alivianan y desestresan la mente....debe ser divertido pasar por un sitio y evocar que allí se tuvo un rapidito! Jajaja 😂😃

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    1. HAHAHAHAHAHA eso es lo mejor!! Si a ti se te ocurre es porque a otras personas también… 🤭🤭 gracias por leerme❤️❤️

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