Seguramente has hecho clic porque este título te ha hecho ruido. Y no es para menos, es un problema matemático incorrecto, pero justamente ese es el mensaje. Esta semana dejaremos un poco de lado la sexualidad para reflexionar sobre lo que considero una de las dinámicas de pareja más tóxicas y destructivas que existen. ¿Qué pasa cuando solo uno de los integrantes de la relación toma las decisiones sobre el futuro y las dinámicas de la pareja? ¿Alguna vez has sentido que has tenido que ceder demasiado o sacrificar tus propios sueños? Hoy vamos a reflexionar juntas sobre la
autoanulación en las relaciones y la
dependencia emocional. Veremos cómo éstas pueden afectar nuestra autoestima, identidad e incluso nuestro propósito.
¿Hasta qué punto debemos ceder en nuestra relación? Para nosotras, las mujeres, esto no es algo nuevo. Está muy normalizado tener que ceder en nuestras relaciones para "ajustarnos" a lo que quiere nuestra pareja. Sin embargo, el simple hecho de tener que "ajustar tu personalidad" ya es una clara señal de que no estás con la persona correcta. Para entender todo esto bien, debemos hacernos una pregunta importante: ¿Qué es la autoanulación en una relación de pareja? Nótese que el nombre dice auto, porque es una conducta o dinámica autoimpuesta. Podemos definirla como una renuncia voluntaria a la propia identidad y deseos con el fin de agradar, gustar e incluso retener a una pareja. Lo que trae como consecuencia que nos volvamos dependientes emocionales de nuestra relación.
Las mujeres solemos colocarnos en esa situación casi de forma inconsciente, pero esto no lo justifica. Es importante darnos cuenta de cuánto estamos cediendo en nuestra relación y, sobre todo, ¿qué tanto está cediendo la otra persona? Aquí es cuando la conversación se pone incómoda para la mayoría de nosotras. Te daré un ejemplo para que lo veas con más claridad:
Se trata de Ana y Juan. Ambos abogados, dirigían juntos un bufete desde que terminaron sus estudios. Los dos en sus 30’s, ella 35 y él 36, llevaban una relación de pareja estable desde hacía 15 años, ya que se conocieron durante sus primeros años universitarios. Pero hay un problema: Juan no le pedía matrimonio a Ana y, peor aún, parecía no querer avanzar en su relación.
La relación que habían construido se basaba principalmente en la colaboración profesional que tenían, ya que ambos eran socios de su bufete. Juan era quien le daba vida al bufete, con sus ideas y su constancia. Ana sentía que él solo estaba enfocado en el trabajo, mientras que ella, que buscaba una relación de pareja con más conexión e intimidad, no estaba satisfecha con la dinámica que tenían. El problema es que, por más que Ana lo intentara y le pidiera a Juan que las cosas cambiaran, él se negaba a dar pasos en su relación, alegando que todo llegaría en su momento y que no debía tener prisa. Si la trama te parece "familiar" es porque se parece a la de la serie Envidiosa, de Netflix, donde a la protagonista le pasa algo similar (si no la haz visto, ¡corre a verla! ¡Es buenísima!)
Ana, a pesar de las señales de Juan, no se fue. A lo largo de sus 15 años de relación, Ana dejó de lado sus propios sueños y hasta su propia identidad. Ella ni siquiera estaba segura de si el derecho era realmente su carrera, pero la idea de construir un proyecto laboral tan importante junto a Juan la sedujo tanto que decidió estudiar junto a él y crear un bufete juntos, pensando que esto la haría irremplazable en su vida.
Ana se adaptó a las horas interminables de papeles y de trabajo. Se adaptó a siempre hablar de clientes, leyes y sentencias. Se adaptó a tenerlo poco en casa, pues siempre estaba trabajando. Se adaptó a sus rutinas y a su forma de hacer las cosas. Se adaptó en sus creencias y valores para "ser" más como él. Se adaptó a posponer su sueño de casarse y de ser madre, ya que pensaba que Juan solo podría construir una familia con ella, pues llevaban juntos demasiados años. Ana, simplemente, se adaptó...
Los celos laborales creaban discusiones y peleas entre ellos. Pero Ana seguía aferrada a la idea de que tarde o temprano Juan le daría lo que ella pedía.
Un día, Juan contrató a una pasante, una chica más joven y con una personalidad muy fuerte, todo lo contrario a Ana, quien solía ser sumisa y complaciente. A medida que pasaban las semanas, Juan empezó a notar cuánto disfrutaba la energía de la pasante (algo que no sentía con Ana desde hacía tiempo) quien todos los días lo recibía con una sonrisa y con música en el despacho, sacudiendo su mundo. La pasante se sentía igual por él, así que le dejó claro lo que quería, y también que no quería hacerle daño a nadie.
Un día, para no herirla y para hacer las cosas bien, Juan decide terminar su relación de 15 años con Ana. Todo para estar con esta nueva chica que le ha removido todo y que le ha hecho sentir cosas que jamás había sentido con Ana. Claro, Juan le aclaró que no es que la estuviera dejando por otra, sino que la estaba dejando porque la relación con ella ya no lo hacía feliz. Por supuesto, esto para Ana es devastador, pero también es una lección: el amor y el compromiso no se construyen a base de sacrificios o adaptaciones constantes, sino de correspondencia genuina. Ana pensó que su sacrificio constante la haría "ganarse" (tarde o temprano) el amor de Juan.
Esto la llevó a dejar pasar señales obvias: la falta de interés de Juan, su negativa a dar pasos en la relación, la constante evasión de intimidad y su miedo al compromiso (con ella). Con el tiempo, Juan construyó una relación estable con la pasante, se casó y tuvo hijos, algo de lo que nunca estuvo seguro con Ana, ni siquiera se lo pensó con esta chica nueva. Esto nos deja claro que no era una cuestión de tiempo ni de que "algún día cambiaría", como Ana quería creer, sino que, simplemente, la relación no estaba destinada a evolucionar en ese sentido.
Y aunque Ana pudo reponerse y continuar con su vida, no pudo construir la relación que siempre deseó con Juan: una familia con un proyecto laboral en común. Si lo hubiera dejado ir cuando vio que la relación no iba hacia donde ella quería, podría haber encontrado algo mucho más auténtico y satisfactorio para sí misma. Incluso, pudo haberse planteado si el derecho era su verdadera pasión, o si solo era la pasión de Juan.
Pero, ¿por qué Ana no lo dejó ir antes? ¿Por qué no vio las señales? Porque se encontraba en una relación con dependencia emocional. Seguramente ya lo habrás visto escuchado por ahí, pero, ¿realmente sabes lo que significa? La dependencia emocional es un patrón en el que una persona coloca todas sus emociones y bienestar en manos de otra, perdiendo poco a poco su autonomía. También es una consecuencia de la autoanulación que mencionábamos antes. Es muy importante destacar que este proceso no sucede de un día para otro. Los patrones de dependencia emocional se van construyendo con el tiempo y los hábitos que tenga la pareja. Por eso es tan peligrosa: no eres consciente de que eres dependiente emocional hasta que ya estás ahí.
Una vez entras en estos patrones de comportamiento, comienzas a depender de la validación y de la aprobación de tu pareja. Ana no solo se adaptó a sus horarios, su forma de trabajar y sus valores. También se convenció a sí misma de que sin Juan, su vida no tenía sentido. Cada vez que pensaba en dejarlo, sentía un vacío insoportable, como si sin él, ella no fuera nada. La persona, con tal de ganar el amor de su pareja, sacrifica sus deseos y su propio bienestar emocional, todo para no incomodar, no molestar y hacerlo todo "más fácil" a su pareja y que no la deje.
Ana no solo quería una relación con Juan, quería su validación. Se convenció de que, si era lo suficientemente paciente, si demostraba ser la mejor compañera posible, algún día él se daría cuenta de cuánto la necesitaba. No veía que estaba construyendo su felicidad en una ilusión, y que su bienestar emocional dependía de las migajas de afecto que él le daba. El miedo a perder a alguien puede llevarnos a hacernos más pequeños en lugar de crecer juntos.
Al ceder constantemente a las demandas del otro, en lugar de afirmar nuestros propios deseos y límites, acabamos perdiendo nuestra identidad. Pensar que al adaptarse completamente a lo que tu pareja quiera, hará que te ame más o de manera más profunda, es un error. Esto solo debilita la relación y la hace más disfuncional. El amor genuino no se basa en la autoaniquilación ni en el sacrificio extremo; al contrario, el amor verdadero surge cuando ambas personas son capaces de ser ellas mismas, respetando las necesidades, sueños y aspiraciones de la otra persona.
Lo más duro para Ana no fue la ruptura en sí, sino darse cuenta de que había construido su identidad en torno a Juan. Se sentía perdida, sin saber quién era fuera de esa relación. Y es que la dependencia emocional hace justamente eso: nos hace perder nuestra autonomía emocional y nos hace sentir que sin la otra persona, no somos suficientes.
Pero no solo eso, el tiempo que pasó. Ana estuvo invirtiendo mucho tiempo y energía en una relación que no iba a ninguna parte, perdiendo sus propios sueños y metas por el camino. ¿Qué habría pasado si hubiera renunciado a esa relación a tiempo? No solo perdió tiempo, también perdió la oportunidad de construir la vida que realmente quería. En lugar de centrarse en lo que su relación le quitaba, podría haber usado esa energía en sí misma. Es como si el amor que sentía por él la cegara, haciendo que su propia felicidad se volviera secundaria. Se quedó esperando algo que nunca llegó, perdiéndose a sí misma en el proceso. Es triste ver cómo, al quedarnos en una relación que no nos satisface, perdemos tiempo valioso que podría habernos servido para crecer, aprender y conectarnos con alguien que de verdad compartiera nuestras metas y valores.
El tiempo que dedicamos a relaciones en las que nos anulamos es tiempo que podríamos haber usado para crecer, explorar nuevas pasiones o vivir de manera más auténtica. Pero cuando estamos atrapadas en la dependencia emocional, es difícil verlo. El sentimiento de haber malgastado años en una relación así puede ser devastador, como si hubiéramos vivido para otra persona en lugar de para nosotras mismas.
Ana tuvo que enfrentarse a la verdad: el problema no era que Juan no quisiera comprometerse. El problema era que no quería comprometerse con ella. La llegada de una tercera persona solo hizo evidente lo que Juan ya sabía pero no quería aceptar: no era feliz con Ana. Sin embargo, la costumbre, la comodidad e incluso la culpa lo mantenían atado a una relación que ya no funcionaba. Porque cuando dependemos emocionalmente de alguien, confundimos el apego con amor y terminamos cargando con un peso que no nos corresponde.
Colocar toda la responsabilidad de tu bienestar emocional en manos de tu pareja es una injusticia, tanto para ti como para la relación. Nadie debería cargar con el peso de hacer feliz a otra persona. Con el tiempo, esto se convierte en una carga emocional que genera resentimiento, desgaste y distancia. El amor y el respeto se erosionan cuando una de las partes deja de ser ella misma.
Juan dejó de enamorarse de Ana porque ella misma se había perdido en la relación. Por no mostrarse como es, Juan nunca pudo ver su verdadero ser y lo que realmente le atraía de ella se fue desvaneciendo. Al no ser fiel a sí misma, dejó de ser la persona que él admiraba y deseaba. ¿Cómo amar a alguien que ha dejado de amarse a sí misma?
Cuando el amor es real y sano, la autenticidad se convierte en nuestra mayor fortaleza, mucho más atractiva que cualquier sacrificio superficial. No necesitas encajar en un molde que no va con tu esencia, ni buscar validación en tu pareja para tomar las riendas de tu vida. Ser fiel a ti misma es lo que, inevitablemente, te lleva a encontrar personas con quienes compartir esa autenticidad, ya sea en una pareja romántica o en amigos que vibran en la misma sintonía. Quien eres es suficiente para que te quieran, sin modificaciones, sin sacrificios, sin dejar de ser tú.
Asumir la responsabilidad de nuestras acciones es lo que nos permite avanzar y aprender lo que no queremos para nuestra vida. Ana no es una víctima, ni Juan un villano. Estuvieron juntos durante 15 años, y una relación tan larga no se sostiene solo por inercia: se construye con lo que ambos proponen o permiten dentro de su dinámica. Siempre tuvieron el poder de irse si la relación no cumplía con sus expectativas, pero permanecieron en ella por decisión propia. Aunque las dinámicas influyen, cada uno es responsable de permitir que la dependencia se forme.
Muchas veces, en relaciones de este tipo, es fácil caer en el rol de víctima, pero liberarnos de eso y asumir la responsabilidad de nuestras elecciones es lo que realmente nos empodera. La verdadera libertad emocional comienza cuando tomas el control de tu vida y reconoces tu parte de responsabilidad sin perder tu autonomía. No se trata de culparte a ti o al otro, sino de aceptar que ambos construyeron la relación y sus dinámicas juntos. ¡Esa es la verdadera fuerza que nos lleva hacia la sanación!
Ana se aferró a Juan, aún sabiendo que su relación no era la adecuada para ella. Él, en el fondo, nunca la vio como la persona con quien quería construir su futuro y, por eso, jamás estuvo dispuesto a ceder en sus principios. Pero, aún así, Ana se quedó. A menudo, el miedo a lo desconocido o la esperanza de que todo cambiará nos atan a relaciones que no nos hacen bien. Pensar que el amor, por sí solo, transformará la relación o que podemos moldearla a nuestras expectativas es solo un autoengaño.
El mensaje más poderoso que esta historia nos deja es que tu felicidad y bienestar emocional siempre deben ser tu prioridad. Juan tuvo la valentía de romper con una relación larga porque no era feliz, y eso es algo de lo que nadie debería arrepentirse. Siempre es importante intentar hacer las cosas bien, porque si compartimos tantos años con alguien, esa persona merece un final digno, sin engaños ni traiciones. Pero lo más importante es nunca perder de vista nuestro propósito ni depender de una relación para sentirnos completas.
Si sientes que estás atrapada en una relación sin amor y con dependencia emocional, busca ayuda profesional o apóyate en tus amigas (las de verdad, esas que te aman con locura y quieren verte bien y feliz). Salir de esa situación puede ser difícil y doloroso, pero reencontrarte contigo misma siempre valdrá la pena. Dejar atrás esas dinámicas tóxicas te abre las puertas a una vida más sana, más auténtica y llena de oportunidades para crecer. Como dicen por ahí: lo que no te mata, te hace más fuerte. Y cada vez que tomas una decisión difícil, sales más renovada, más segura de ti misma y, por supuesto… ¡más fabulosa! No seas un problema incorrecto, porque la felicidad no es ser 0, la felicidad es ser 1+1=2. Recuerda, ser tú misma es la clave para construir un amor verdadero. Y para eso, primero te necesitas a ti.
¡Nos leemos en el próximo post!😉
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Keisy enhorabuena por este post tan auténtico y verdadero como la vida misma. Sigue así conectando con la sensibilidad de las de las mujeres 👏👏💯💪💪
ResponderBorrarMuchísimas gracias Carmen! Me da mucho gusto que te haya gustado! Para mí estos temas son súper importantes!! Gracias por leerme y por tu linda energía❤️
BorrarPor cierto me llamó
ResponderBorrarCarmen Marti
Absolutamente cierto! Al no valorarnos dejamos pasar esto y más!
ResponderBorrarTotalmente. Por eso, por más que te llamen egoísta realmente tienes que buscar tu propia felicidad. Si no somos felices en un sitio (pareja, amigos, etc), debemos replantear si queremos seguir ahí. Muchísimas gracias por leerme❤️❤️
BorrarTambién creo que en esta historia, Juan ha conseguido crecer en parte por la presencia incondicional de Ana.
ResponderBorrarY es algo que también es un constructo socio-cultural difícil de relatar, porque suele salir “perdiendo” la mujer y es lo que (desde ese constructo masculinizado) se suele esperar.
La pregunta de “¿hasta cuándo he de apostar por esta relación?” es algo tan personal que no me atrevo a opinar, pero, salvando las distancias, es como el cuento de la rana en el puchero de agua que se pone a hervir.
Aguantar en una relación donde solo una parte crece, en base a lo que en ese momento desea, debería dar señales de que el agua ya esta hirviendo.
Salir de esa relación cuando la otra parte está creciendo (apoyada por quien consigue decir ya basta) conlleva a veces también a vista de los demás como una traición, sobre todo cuando se comparte trabajo y relación.
La honestidad con una misma por encima de la pareja es algo que socialmente se nos vetó tradicionalmente. Las nuevas generaciones han de evitar reproducir ese patrón. Trabajemos por ello!
Muchas gracias Esther! Me encanta que complementen mi información. Todas las luchas que hemos hecho a lo largo del tiempo es lo que nos permite tomar estas decisiones en la actualidad. Todas tenemos, tuvimos y tendremos nuestras luchas, pero lo importante es seguir unidas❤️ que lindo comentario y gracias por tan linda energía ❤️
BorrarSoy Esther, que no sé por qué no ha identificado mi nombre 😅
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