Quiero comenzar este post agradeciendo, desde el fondo de mi corazón, a todas las personas que han sido parte de mi recorrido vital (familia, vecinos, compañeros de trabajo, de colegio, de universidad, de cursos y de tantas otras experiencias donde la vida me permitió conocer a alguien y mantener un buen rollo hasta el día de hoy), a ustedes: ¡Gracias! Cada felicitación, ya sea en redes o, sobre todo, en privado, significa mucho para mí. Nunca había recibido tanto amor y cariño en mi vida, y no puedo sentir otra cosa más que gratitud. Estoy viviendo momentos que solo había soñado, pero que jamás pensé que serían posibles para mí. Me emocionó leer cada mensaje, cada comentario e incluso cada like en mis redes sociales. El apoyo que estoy recibiendo es enorme y totalmente inesperado. Me hace muy feliz saber que mi felicidad les alegra, porque yo también disfruto cuando veo que a las personas que conozco les va bien y son felices.
Bueno, ahora sí viene lo bueno. Antes de arrancar con el viaje y la propuesta, quiero comentarte que estos no son los únicos cambios que estoy viviendo. Apenas arranqué el año, ya me estaba mudando con Don Besucón a un piso más grande. Este cambio es muy significativo para los dos. Es un piso ¡hermoso!, con dos terrazas y unas vistas increíbles. Además, hemos convertido una de las habitaciones en un enorme vestier (donde he colocado toda mi ropa y mi tocador, te juro que no quiero salir de esa habitación nunca) y otra será un estudio donde yo podré escribir a gusto para ti cada jueves y domingo, y quizás donde Don Besucón toque su piano a gusto (crucemos los dedos para que sea así).
La mudanza a este nuevo hogar ha marcado un primer cambio importante en el año. El lugar donde comenzamos a vivir nuestra aventura de la convivencia estaba bien, siempre lo recordaremos con mucho cariño, pero ya era hora de cambiar de aires. Estamos muy felices por esta renovación y por este precioso lugar que tuvimos la fortuna de encontrar. Sigue estando un poco alejado de la ciudad, pero es encantador y da la sensación de que estás en casa. Aunque bueno, mi hogar no depende del lugar, sino de con quién vivo ahí (seguro que te pasa lo mismo con tu familia, ¿verdad?). Aún no he terminado de decorar ni de organizar por completo (aunque ya está bastante adelantado, sobre todo las áreas que más usamos), pero es que hay cosas que necesitan calma y paciencia y ahora mismo voy justita de tiempo.
He comenzado a ir a clases de danzas en telas acrobáticas. Las personas que me conocen de cerca, saben que lo practiqué en la universidad y que me hacía muy muy feliz. Estoy retomando hobbies que amaba hacer, pero que, por razones que no siempre pude controlar, tuve que abandonar (o postergar). Pero este año me he propuesto hacer más cosas que me llenan y me acercan a mi mejor versión (por eso empecé a escribir este blog en primer lugar, pues amo escribir). Lo que incluye la danza, la fotografía, el modelaje, la escritura y, por supuesto, la planificación de la boda (tranquila, ya te contaré los detalles). Supongo que he llegado a un momento de mi vida donde digo: si no lo hago ahora, ya lo no haré después. Ahora es el mejor momento para empezar a construir la vida que quieres, solo tú tienes ese poder (¿te atreves a usarlo?).
Y ahora toca: Paris... una de las experiencias más lindas de mi vida. Yo sé que esto es un super cliché, pero yo he soñado toda mi vida con conocer París. Desde que era muy pequeña y vi por primera vez una imagen de la Torre Eiffel, creo que fue como a los 5 años. Imagínate desear conocer un sitio por 27 años y finalmente estar ahí. Al bajarme del avión y entrar al aeropuerto todo estaba en francés. ¡Qué emoción! Tenía una sonrisa en mi rostro gigante y contagiosa. Me sentía como una niña pequeña: viviendo el momento y soñando despierta.
Cuando llegamos a la ciudad estábamos muy concentrados en las rutas y en como llegar al hotel, pero yo ya sentía un hormigueo en mi estómago. Fue entonces cuando, dentro del metro (que no era subterráneo, en esa línea en concreto el metro va en un puente que atraviesa la ciudad, demasiado increíble) Don Besucón me dijo: voltea, y fue entonces cuando la vi... ¡la Torre Eiffel! Nada se compara con verla en persona. Las fotos y las pantallas no le hacen justicia. Hay que vivirlo para sentir lo que transmite París.
Ese día que llegamos fuimos a conocer la Basílica del Sacré Coeur. El lugar tiene unas vistas increíbles. Desde lo alto de Montmartre, puedes ver gran parte de la ciudad. Todo tiene una luz y un brillo especial, uno que solo existe en París. La decoración, lo impecable que está todo, el aire de sofisticación en la gente… cada detalle te cautiva. El viento soplaba suavemente, hacía mucho frío. De fondo se escuchaban músicos callejeros tocando acordeón, gente hablando en muchos idiomas, vendedores ofreciendo estatuillas de la Torre Eiffel... todo esto creaba una atmósfera única, como de película. Respiré hondo, queriendo recordar por siempre esa sensación.
Al día siguiente, y luego de un desayuno exquisito (tanto en la cama como en el comedor; guiño, guiño), nos fuimos a caminar por la ciudad. El outfit que utilicé ese día me hacía sentir divina. Don Besucón no paraba de repetirme lo guapa que me veía. Como buena estilista de modas, armé todo con detalle. Me gusta la moda sencilla pero elegante. Sin embargo, también me gusta tomar riesgos (como el abrigo de pelos) tanto con las texturas, como con los colores. Para mí, esa es la mejor combinación: un outfit que sea sencillo pero que a la vez destaque.
Comenzamos nuestro recorrido en la Catedral de Notre Dame, es impresionante y grande cuando la vez en persona. Estaba abierta al público, pero la fila de gente que había era tan larga que solo de mirarla daba pereza (y súmale el frío que hacía). El plan era caminar París, así que decidimos seguir adelante. Fuimos al Museo del Louvre, y déjame decirte que no me imaginaba lo enorme que es. ¡Es gigante! Visitar el Louvre es un plan de todo el día, y nosotros teníamos poco tiempo (se me olvidó contarte que esta fue una escapada de fin de semana, pero la más increíble de mi vida, hasta ahora). Así que, después de recorrer lo que pudimos, nos quedamos con lo que estaba por fuera, como las famosas pirámides de vidrio.
Cuando conocí a Don Besucón (hace aproximadamente 2 años y medio) no me imaginé en ese momento a quien estaba conociendo. Le he confesado prácticamente toda mi vida, hasta mis sueños y fantasías. Se convirtió muy rápido en mi mejor amigo y confidente. Le confesé que la propuesta de matrimonio con la que yo había soñado toda mi vida era en París, en la Torre Eiffel. Él tiene la enorme habilidad de hacerse el desentendido. A veces, aunque ponga cara de póker, sé que está prestando atención a cada palabra que digo, porque guarda los detalles importantes. Así que claro, imagínate la cara que puse cuando me dijo que pidiera un fin de semana de enero en mi trabajo porque iba a llevarme a París. ¡Simplemente no me lo podía creer!
No te voy a mentir, claro que sabía que la propuesta sería en la Torre Eiffel. Era demasiado obvio que el viaje era para eso, pero ¿y qué? ¿Acaso eso le resta valor? Para nada. De hecho, mientras subíamos en el ascensor, mi estómago era una fiesta de nervios. Sabía que el momento llegaría, pero no tenía idea de cómo ni cuándo. Apenas llegamos arriba, me estaba acomodando para hacerme una foto y, al voltear… ahí estaba él, arrodillado, sosteniendo el anillo en su mano. Un anillo hermoso, brillante y perfecto. Me sentía tan feliz y enamorada que hasta me quedé sin palabras...
Obviamente le dije que sí, ¿y quién no lo haría? Después de semejante viaje y detalle. Pero más que eso, es la vida que compartimos todos los días lo que me hizo decir que sí. Él no solo es mi mejor amigo; también me cuida, me escucha, me hace reír, me hace llorar (de felicidad mucho últimamente), me canta, me baila, me acaricia (y me toquetea bastante también), me da muchos muchos besos (por eso es Don Besucón), me apoya en todas mis locuras, me levanta en mis días de bajón, me soporta en mis días de regla, me dice todos los días lo hermosa que me veo y me inspira a soñar y a perseguir esos sueños. Este viaje fue solo un detalle más, entre tantos que ya tiene conmigo, y eso es lo más hermoso. Me caso con el hombre que más feliz me ha hecho en la vida.
Los sueños se cumplen cuando estás dispuesta a luchar por ellos. Siempre he querido conocer el mundo, y aunque no ha sido fácil, ha valido la pena cada paso, cada bache, cada buen momento y los no tan buenos también. Porque todas mis decisiones, tanto las acertadas como las no tanto, me han llevado a esta hermosa vida que hoy vivo. Un simple "gracias" no alcanza a expresar cómo me siento, pero es lo más cercano a mi gratitud. Aún sigo buscando mi camino en algunos aspectos de mi vida, pero, sin duda, estoy disfrutando del proceso. Y, por supuesto, conocer al amor de mi vida hace que todo tenga muchísimo más sentido.
Espero que hayas disfrutado de esta primera blogfesión. La próxima será un domingo (no este, pero pronto) y en esta sección seguiré contándote (y mostrándote) más sobre mi vida. Voy a seguir viviendo este momento tan especial y valioso. Gracias, de nuevo, por todo el cariño y apoyo. Esto apenas está comenzando...
¡Nos leemos en el próximo post!🇫🇷❤






Es tan bonito y inspirador leer esto, aún recuerdo nuestras conversaciones siendo unos chamos, donde los sueños eran el alimento de esas conversas… por fin tienes a alguien que te hace sentir plena y feliz, te deseo todo lo bonito del mundo… con cariño G
ResponderBorrarYo también las recuerdo!! Y en ese momento eran solo eso: sueños. Es loquísimo estar viviendo esto ahora. Muchas gracias por tus lindos deseos Gerardo! 🥰🫶🏼
BorrarMe encanto tu narracion, creo que pude sentir el frío y la lluvia que mencionaste...y felicidades por tu compromiso
ResponderBorrarMuchas muchas gracias!! Hehe me encanta dejarme llevar por la escritura y bueno, cuando más inspirada estoy, mejor! Gracias por tus lindos deseos y por leerme❤️❤️
BorrarFelicidades!! sigue luchando por tus sueños, un abrazo en la distancia
ResponderBorrarMuchísimas gracias por tus lindos deseos🥰 un abrazo virtual🫶🏼🫶🏼
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