-Está en la tres, trátalo bien y lo tendrás aquí todas las semanas- le sugirió.
-Ya verás cómo lo enamoro- le contestó Sabrina. Cogió su toalla junto a su neceser y salió de la habitación de las chicas a la número tres.
Pierre miró como Bella cerró la puerta al salir y suspiró. Sabrina lo había dejado impactado. Se giró y colocó su mochila en la cama y se dispuso a darse una ducha. La habitación estaba pintada de color rojo, como el del vestíbulo. Tenía cortinas negras con una base blanca. La cama era de tamaño king, una muy grande. Tenía un edredón rojo que la cubría hasta el suelo. Unas almohadas blancas y cojines en forma de corazón negro y rojo. Por lo que era una habitación muy romántica y pasional.
Al final de la habitación estaba un jacuzzi. Su tamaño era muy grande. El problema era que tenía un bono extra, así que muy pocos clientes lo usaban para más que ducharse. Al otro lado, y justo al lado izquierdo de la cama, había una cómoda con un espejo y una silla negra. Pierre dejó ahí su teléfono, su trago y su cartera. Cuando empezaba a desvestirse Sabrina abrió la puerta.
-Hola, soy yo de nuevo- dijo Sabrina con voz tímida al entrar en la habitación.
Pierre se giró para verla, y la encontró tan adorable. No entendía cómo una prostituta le parecía tan linda y adorable.
-Hola guapa, pasa.- le contestó Pierre. -Justo iba a la ducha, ¿vienes?- le invitó. Pierre sabía que por mucho que le gustara debía ducharla, era mejor si estaba limpia, aunque le tranquilizó saber que acababa de llegar. No había estado con nadie más ese día, y eso le gustaba.
-¡Claro!- contestó Sabrina y se sentó en la cama para quitarse las zapatillas.
Mientras tanto Pierre se iba quitando toda su ropa. Él era un chico francés, blanco, muy alto, de 1.85, por lo que su espalda y su complexión son la de un hombre grande. Sus ojos color miel pueden llegar a ser profundos y tiernos. A pesar de su altura y su encanto, Pierre tenía sobrepeso, lo que le dificultaba conseguir pareja. A esto hay que sumarle que era muy tímido con las mujeres, por eso estaba tan cómodo con las prostitutas. Ellas no requieren ninguna fase de cortejo ni tienen por qué conocerlo. No tiene que fingir cuando está con ellas. Mientras les pague lo que piden, ellas son simpáticas y agradables con él, eso, por el momento, es suficiente.
Una vez se quitó los zapatos, Sabrina se despojó del vestido sin pensárselo mucho. Por su trabajo, estaba muy acostumbrada a estar desnuda delante de desconocidos. Ella se sentía muy cómoda con su cuerpo, la desnudez le parecía muy natural.
A Pierre le dio un vuelco en el corazón cuando la vio desnuda, le pareció una diosa griega tallada en mármol. Su piel color canela y su figura esbelta la hacían exquisita a la vista. Todo estaba es su sitio, sus piernas largas bien definidas, su cabello largo liso, sus pechos paraditos, su trasero redondito, su abdomen plano, todo muy firme y joven. No podía dejar de mirarla.
Sabrina se dio cuenta de que la estaba viendo y le dijo, mirándole directamente y con una sonrisa de satisfacción:
-¿Te gusta lo que ves?-
-No me gusta, ¡me encanta!- le contestó Pierre sin dejar de admirar su figura muy excitado. Su erección le delataba.
Ella se acercó a él para acompañarlo en la bañera. Una vez dentro, abrieron la llave y ella esperó a que se calentara un poco el agua. Pierre aprovechó para preguntarle cosas sobre ella:
-Así que eres de Venezuela, un país hermoso, ¿hace mucho que estás aquí?- le dijo sin dejar de admirarla. Comenzó a perderse en sus labios, no estaba acostumbrado a ver unos labios carnosos naturales tan bonitos, su boca le parecía muy sensual.
-Hace dos años que estoy aquí, es un país muy bonito.- contestó Sabrina. No le gustaba hablar de su vida personal así que para evitar más preguntas le mojó el pecho a Pierre, acompañado de una sonrisa.
A Pierre le pareció adorable, era como jugar con una niña. Se acercó a ella y le cogió el mentón, luego le preguntó su edad:
-¿Qué edad tienes?, te ves joven, veinti-pocos calculo yo.
-Tengo 23 años- respondió Sabrina mirándole la boca, no entendía porqué ese acercamiento le había gustado.
-¡Yo te hacía menos edad!- le dijo Pierre sorprendido, realmente parecía tener un par de años menos. En ningún momento soltó su mentón, luego la besó muy delicadamente.
Sabrina le correspondió el beso, cerró los ojos y se dejó llevar por ese encuentro. No le desagradó. No era la más cotizada, pero su servicio era de los mejores de Valencia. Quien la conocía repetía, sin falta. Su alma era la de una gran actriz y artista, parecía que realmente estaba cómoda o a gusto con lo que hacía, cuando en realidad, la mayoría de la veces quería salir corriendo.
Pero con Pierre fue diferente, sus besos le gustaron. Se acercó a él y lo envolvió en sus brazos, con su cuerpo intentaba comunicarle que se encontraba a gusto con él. Al acercarse a Pierre, notó su erección, esto provocó que Sabrina se excitara.
Pierre envolvió a Sabrina intensamente en un beso delicado pero que se iba volviendo más salvaje conforme se besaban. Sus pechos le parecieron una locura. Primero los acarició despacio pero muy pronto los apretó. Bajó su mano derecha a su trasero. Tenía unos glúteos paraditos y redonditos. Su erección no le dejaba pensar. Quería follársela allí mismo, el deseo le consumía como si de un fuego ardiente se tratase.
Sabrina lo interrumpió y se giró para buscar el jabón. Pudo ver el pene erecto en su totalidad. Era incluso más grande de lo que le habían descrito. No podía creer lo grande que era. Un escalofrío le recorrió la espalda. Vertió un poco del gel en su mano y luego alzó la vista a Pierre, le miró directamente a los ojos. A continuación, se frotó las manos para hacer espuma y cogió su pene para enjabonarlo mientras lo masajeaba delicadamente, con movimientos de arriba hacía abajo, una y otra vez, apretando un poco cuando llegaba a la cabeza del pene.
Pierre jadeó de placer. Se quedó observando las manos de Sabrina, le explotaba la cabeza. Nadie nunca había masajeado su pene de esa manera, parecía toda una experta.
Sabrina sonrió de satisfacción. Estuvo así unos minutos y luego bajó las manos a sus testículos y con mucha suavidad comenzó a acariciarlos con movimientos circulares.
Pirre gimió de placer, no pudo evitar más y exclamó:
-Oh, que c'est bon!- (¡Qué rico!)
Sabrina estaba disfrutando de hacerle el masaje. Se sentía orgullosa. Tenía una gran habilidad con las manos y los penes. Sentía como Pierre se iba excitando un poco más. De repente paró. Volvió a coger el gel de ducha y se lo untó en los pechos. Luego comenzó a masajearse a sí misma de forma sensual. Quería que Pierre viera lo sexy que podía llegar a ser.
Sin pensarlo mucho Pierre se abalanzó sobre ella y comenzó a besarla nuevamente, tocando todo su cuerpo en el trayecto. Acarició sus curvas como si la vida se le fuera en ello. Ella le correspondió el beso. Estaban envueltos en el cuerpo del otro.
Luego, Sabrina se dispuso a sacarse el jabón. Una vez ambos estuvieron limpios, preguntó:
-¿Vamos?- No le gustaba malgastar agua. También por el invierno le daba mucho frío.
Pierre se dio cuenta de que Sabrina tenía la piel de gallina y se giró para buscar las toallas. Le pasó la toalla para que se secara mientras el hacía lo mismo. Él salió primero de la bañera y luego se giró para ayudarla a salir.
Sabrina recibió su ayuda y le cogió la mano para apoyarse en él y poder subir. Temblaba por el frío, así que Pierre la abrazó para calentarla un poco. Caminaron hacia cama a bajando los tres escalones que había para acceder al jacuzzi, pronto se metieron en la cama.
Pierre abrazó a Sabrina para calentarla, pues aún temblaba un poco por el frío.
-¡Estás temblando!- le dijo Pierre con voz burlona, pero al mismo tiempo un poco protectora.
-¡Claro! ¿No ves que soy pequeña? Mi cuerpecito no aguanta estos climas europeos.- contestó Sabrina con una sonrisa, le gustaba reírse de sí misma.
-Es que no es justo, ¡tú vienes del clima perfecto!- Le rebatió Pierre, quien había entrado al juego gustoso. Le gustaba que Sabrina tuviera sentido del humor.
Sabrina le sonrió y se acurrucó entre sus brazos. Él, al ser más grande que ella, se había calentado en seguida. A Pierre le dio un vuelco al corazón cuando ella se acercó tanto. Lo primero que se le ocurrió fue abrazarla. Sentía la necesidad de protegerla. Le parecía tan adorable su forma de ser.
-Bueno ya me siento mejor, gracias por calentarme…- dijo Sabrina con voz pícara. Tenía dobles intenciones en sus palabras.
-Y aún estamos empezando…- contestó Pierre, sin dejar de abrazarla.
Sabrina sabía que el tiempo era corto, así que para usarlo a su favor, decidió hacerle algunas preguntas sobre su vida. Ella, a pesar de estar comenzando en esta profesión, sabía que las personas se sentían más cómodas cuando hablaban de sí mismas. Cosa que ella no compartía, ya que ella se sentía más cómoda escuchando.
-Y entonces eres francés, ¿de qué parte de Francia? Mi sueño es ir a Paris, se que es bastante cliché, pero igual quiero conocerla.- preguntó Sabrina mientras se acomodaba en su regazo y le rodeó el cuello con sus brazos. Quedaron frente a frente.
-Bueno, yo soy de las afueras de Paris. Estoy como a una hora en coche. Es una ciudad llamada Fontainebleau.- le respondió Pierre.
Cuando Sabrina se acomodó en el regazo de Pierre, su respiración comenzó a agitarse, así que tuvo que respirar profundo para calmar sus nervios. No entendía cómo esta chica podía ponerlo tan nervioso.
-Pues está bastante cerca. Seguro que es súper bonito.- comentó Sabrina. Dibujo una sonrisa en su rostro solo de imaginar cómo debía ser Paris.
A Pierre le pareció tan mona. Era muy adorable cuando sonreía. Esto lo excitó mucho. Su erección se hizo muy notoria, lo que provocó que se sonrojara al instante. Sin pensárselo más, Pierre besó a Sabrina. No soportaba más su deseo. La lujuria que lo consumía era indomable. Se sentía como un animal salvaje. Pero a pesar de todo ese fuego interno, decidió solo besarla.
Sabrina comenzaba a cogerle el gusto a sus besos. Decidió pararlo para acomodarse encima de él.
-Espera un momento, ¿Y si nos acomodamos? Así estaremos más cómodos.- le preguntó Sabrina antes de levantarse de sus piernas. Intentó abrir las piernas y sentarse encima de él, pero Pierre se adelantó y se acostó en la cama.
-Ven, acuéstate a mi lado.- demandó Pierre. Ya no podía esperar más para estar cómodo con ella.
Sabrina se recostó a su lado, mirándole la cara. Se acercó a él lo más que pudo y quedaron frente a frente, casi rosándose la nariz.
Entonces, Pierre comenzó a besarla. El beso comenzó siendo muy tímido y dulce, el sabor de sus labios era embriagador. El aroma de su aliento lo dejaba sin respiración. Necesitaba besarla, no podía detenerse. Su beso dulce comenzó a transformarse en uno más lujurioso y salvaje. Pierre introducía su lengua con deseo y dominación.
Sabrina sitió su beso y comenzó a excitarse. Los pocos clientes que la conocían admitían que ella lograba realmente excitarse con ellos, todo esto gracias a su habilidad para fantasear. Pero esta vez no estaba fantaseado. Estaba sintiendo los besos de Pierre y se contagió de su deseo. Sus labios le parecían dulces y su cuerpo grande la hacía sentir protegida, cosa que le encantaba.
Ambos se fueron fusionado en un profundo beso. Sabrina comenzó a acercarse más a él. Lo empujaba hacia ella por lo excitada que se estaba. Finalmente separaron el beso, Pierre estaba rojo como un tomate debido a su excitación. Su pene comenzó a gotear lubricante natural. Tenía una erección muy dura. La conexión que sintió con Sabrina lo hacía perderse en su cuerpo.
Bajó a su pecho y comenzó a besarle los senos. Sabrina comenzó a retorcerse de placer. Tenía una particular debilidad en sus senos, eran su punto erógeno favorito. Al poseer los pechos paraditos los pocos clientes que conocía solían jugar mucho en su pecho. Pierre no fue la excepción. Su lengua mojada comenzó a jugar suavemente con su pezón. Luego abrió la boca y comenzó a chuparlo.
Esto hizo que Sabrina jadeara de placer. Su sexo estaba húmedo de excitación. Lo deseaba de verdad. Había logrado excitarla como ningún otro cliente. Finalmente sentía que le pagaban por divertirse genuinamente.
Al ver lo receptiva que estaba Sabrina, Pierre no pudo evitar sonreír de satisfacción. Sabía que con ella tendría esa conexión, ya lo había sentido en la presentación. Siguieron besándose de forma apasionada. Sus besos le parecían dulces y adictivos. Pasaron los minutos y Pierre no podía separarse de los labios de Sabrina.
Comenzó a acariciar su cuerpo sin reparo. Sus curvas le parecieron exquisitas. Bajó con su mano a su sexo y lo acarició, notó lo húmedo que estaba. No lo podía creer. Pensó para sí mismo que tal vez a ella le gustaba él. ¿Podía ser posible que le gustara a una prostituta?
De repente, tocaron la puerta:
-¡Nock nock! Ya se ha terminado el tiempo.- Reclamó Bella al otro lado de la puerta.
¿Quieres saber cómo continúa? Descúbrelo el próximo domingo...

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