jueves, 29 de agosto de 2024

La Novela del Domingo


     Esta semana haremos algo diferente. Sé que los temas que tratamos son importantes y educativos, mi propósito con este blog es aprender y enseñarte. Sin embargo, y con el permiso de mi querida audiencia, quiero confesarte que además de escribir artículos o posts sobre temas de sexología femenina, también me apasiona escribir ficción. Verás, yo empecé con mi escritura justo así, creando historias que venían a mí, y que mientras más escribía, más me fluían. Te gustaría conocer mi última creación? 

He decidido dejarme llevar por mi voz interior y he escrito últimamente una novela erótica sobre el enamoramiento de un francés hacia una prostituta. Este formato lo repetiremos cada semana los domingos, donde daremos continuidad a las historias que quiero contarte (sí, serán más de una). Si realmente te ha gustado, coméntame si quieres saber qué pasa y te seguiré contando este relato a partir de este domingo. Espero disfrutes tanto la lectura como yo escribiendo estas líneas. 

¡Nos leemos en el próximo post!😉


La Prostituta y el Francés

Capítulo 1: La Presentación 

Pierre llego a la cita acordada, eran las cuatro de la tarde, el clima era un poco frío y húmedo, muy característico del invierno en Valencia, ciudad donde reside. Pierre había estado buscando algo o alguien que le hiciera sentir algo, lo que sea, ya que encontraba las relaciones con las chicas de la casa muy superficiales. Como buen romántico, soñaba con encontrar una conexión especial, se sentía muy solo en una ciudad donde aún no dominaba del todo el idioma y en donde la gente lo miraba con prejuicios por ser francés. Si tan solo los españoles y los franceses se cayeran mejor.  

A Pierre le gusta experimentar, pero no sabía qué se encontraría al llegar a casa. Ya conocía a tres de las chicas que trabajaban en el lugar, pero había dos caras nuevas que no se había atrevido a probar. Una de ellas era una chica española muy guapa, rubia y con los labios inyectados, tenía una apariencia muy juvenil, con un cuerpo delgado, pero bien proporcionado, bajita, en la casa llevaba el nombre de Sofía, y fue la primera en entrar. 

Pierre quedó sorprendido con su belleza cuando entró por el vestíbulo principal de la casa, el cual tenía un bar lleno de bebidas y botellas de licor, siempre disponibles para los clientes. De frente habían tres puffs cuadrados de color negro que resaltaban mucho del fondo de la pared, pintada de color rojo sangre, estaban acomodados uno al lado del otro a lo largo del bar. El salón estaba adornado también con un pequeño sofá al final de la barra, a juego con los puff, de color negro y con dos cojines de blanco y negro con un estampado como de piel de cebra. 

-Hola! ¡Me llamo Sofía mucho gusto!- dijo mostrándole una sonrisa. Iba vestida con un pantalón gris de cuadros muy ajustado, que revelaba sus increíbles curvas. Llevaba una blusa blanca con escote, el cual dejaba en evidencia su pecho operado. Todo esto a juego con unos tacones de punta abiertos, mostrando sus perfectos pies bien arreglados. 

-Encantado!- respondió Pierre intentando buscar su mirada. No tuvo éxito. Se acercó a ella y le dio dos besos en las mejillas, como es de costumbre en España. 

A pesar de ser muy guapa, a Sofía no le gustaba intimar demasiado, sabía que en su trabajo tenía que mirar a los ojos a los clientes, pero le desagradaba la idea, sobre todo en la presentación. Giró en seguida y salió del vestíbulo. Pierre se quedó esperando a la siguiente chica que entró justo después de Sofía. Pensó para sí mismo que si la otra chica nueva no le sorprendía entraría con ella.  

La siguiente chica que entró era una española también, pero más morena. De cabello oscuro largo y con una complexión deportiva, Anastasia era una chica alta y no era la más delgada de la casa, pero justo ese era su atractivo. Los clientes a los que les gustaban las chicas con un poco más de carne en los huesos estaban encantados con ella. Pierre ya había estado con Anastasia en alguna ocasión, pero no le encantó la experiencia. Podía llegar a ser muy fría y pragmática cuando estaban dentro de la habitación. Pierre buscaba emociones y conexiones más profundas. 

-Hola! ¡Mi nombre es Anastasia! Un placer!- Dijo con una sonrisa algo forzada. Iba vestida con un vestido rojo cruzado, el cual dejaba al descubierto su hombro derecho y su pierna izquierda, haciendo resaltar su voluminosa figura y sus acentuadas curvas. A juego llevaba unos tacones negros con una flor roja muy altos. No tenía mucho peso, pero al ser todas tan delgadas en la casa, daba la impresión de que ella era más grande que las demás.

-Hola…- le contestó Pierre, sin acercarse. Anastasia giró y salió del vestíbulo.  

La siguiente en entrar era una chica de Brasil, con el cabello rizado y rojo. Su personalidad era la más interesante de la casa. Su sonrisa encantadora junto con su cuerpo muy bien proporcionado y muy trabajado, eran una apuesta segura para todo aquel que le gustaran las emociones fuertes y las mujeres exóticas. A Pierre le gustaba mucho esta chica, se reía con ella cuando entraban a la habitación, pero a pesar de que le hacía buena compañía, sentía que le faltaba algo. 

-Hola! ¡Mi nombre es Laura! ¡Encantada!- dijo con una sonrisa y con su acento brasileño característico, a Pierre le parecía muy sensual como hablaba. Iba vestida con un vestido muy ajustado con una mezcla de colores pintados al azar. Llevaba unas botas altas hasta la rodilla de color negro brillante. Su piel blanca, tatuajes de flores de colores en sus piernas y brazos, su pelo rizado y peinado en forma de afro, la hacían la más exótica e interesante de la casa. 

-Hola! ¿Cómo estás? Guapa como siempre!- le contestó Pierre con una sonrisa, sabía que no entraría con ella, pero le gustaba verla, le parecía muy sexy y atractiva. 

-Todo bien! Aquí estamos, en lo nuestro…- contestó Laura con cara de pícara, acercándose a él para darle dos besos en las mejillas. Luego se giró y salió del vestíbulo.  

Pierre ya quería conocer a la otra chica nueva, así que llamó a la Madame de la casa, Bella, una mujer mayor que jamás había trabajado como prostituta, pero que conocía muy bien el negocio. Llevaba ejerciendo esta profesión por aproximadamente quince años, lo que la hacía experta y con una cartera envidiable de clientes. Bella tenía una belleza discreta pero encantadora, junto con una energía que muchas personas de su edad desearían tener. Siempre que hablaba con los clientes y con las chicas lo hacía con una sonrisa. Mientras no la hicieran enojar, claro está. Si enojabas a Bella te haría sentir como la persona más pequeña del universo, una escoria.  

Cuando Bella entró al vestíbulo le preguntó en seguida:

-¿Quieres algo de beber?- con una sonrisa en sus labios.

-Si, por favor- contestó Pierre deprisa. -Me gustaría conocer a la otra chica nueva, y si quieres ya siguen las demás, es que tengo ganas de conocerla.- dijo Pierre un poco impaciente, no quería estar perdiendo mucho tiempo, tenía que llegar a casa y volcarse en su trabajo, el cual estaba posponiendo.

-Ella está de camino todavía, pero me dijo que llegaba en nada, ¿Por qué no siguen pasando las demás chicas?- Le contestó Bella, que notó en seguida su impaciencia. 

-¿Coca-cola?- Preguntó Bella, al mismo tiempo que le llenaba la copa de hielos. 

-Si, gracias.- Contestó Pierre, esperando que la chica nueva llegara pronto. 

Justo en ese momento sonó el timbre. Bella saltó del bar, le entregó la copa llena y salió a abrirle a quien tocaba en la entrada. Antes de salir del vestíbulo le dijo que no estaba segura de si era ella o un cliente que también estaba esperando a que llegara. Al salir cerró la puerta. Esta puerta era doble, de madera, pero con vidrio por el medio, aunque este vidrio no revelaba nada, podías al menos distinguir si era hombre o mujer. 

Cuando Bella abrió la puerta se encontró con Sabrina, la chica nueva. Entró corriendo, se le había hecho tarde. 

-¡Lo siento Bella, el tráfico está horrible! Pero ya llegué- dijo con voz agitada mientras entraba por la puerta. Salió corriendo a la habitación de las chicas. 

-Alguien te está esperando, ¿podrías salir ya?- Le presionó Bella, sabiendo que el francés estaba impaciente por conocerla.

Al otro lado de la puerta Pierre escuchó la voz de Sabrina, no pudo identificar su acento, pero le gustó mucho como sonaba, no era española, por eso ya le había llamado la atención. Ahora solo tenía que esperar a que se presentara. Bella entró de vuelta al vestíbulo.

 -Ya ha llegado Sabrina, en un momento saldrá a presentarse- dijo con una sonrisa muy tranquila en la cara. 

-Vale, no hay problema- contestó Pierre devolviéndole la sonrisa. No tuvieron que esperar mucho, ya que a los 5 minutos Sabrina estaba lista para presentarse.  

Una vez entró a la habitación, cuando llegó, Sabrina estaba un poco agitada. 

-¿Qué tal es ese?- preguntó mientras tiraba sus cosas en el sofá que estaba colocado apenas abres la puerta de la habitación y se dirigió con mucha prisa a su locker, el cual estaba justo encima de uno de los sofás. 

-Es muy buen cliente, el problema es que su pene es demasiado grande.- Le contestó Laura. -Yo ya he entrado con él, le gusta mucho besar, es delicado, ¡pero hay que aguantar esa flauta! Además, también la tiene gorda. ¡A quien elija que se lleve lubricante!- advirtió a las chicas.  

Sabrina se estremeció por ese comentario, pero no le dio mayor importancia. Ella necesitaba el dinero así que estaba dispuesta a conquistarlo. Ya sabía que la favorita de la casa era Sofía, por ser rubia y tener una apariencia muy juvenil, pero, en algunas contadas ocasiones, por ser nueva, ella se llevaba el mejor postor. 

Sabrina era una chica venezolana, con una cara redondita, esbelta y delgada. Con pechos pequeños pero muy paraditos y, aunque sus curvas eran discretas, sabía sacarles partido a sus largas piernas con faldas y vestidos muy cortos. Su cabello negro y largo hasta la cintura. Sus labios muy carnosos, por lo que destacaba entre las demás, ya que era la única que tenía esos labios naturales. Sus ojos eran color verde esmeralda, esto le da una mirada muy profunda y deslumbrante. Tenía tatuadas flores de cerezo en el antebrazo derecho.

Le encantaba maquillarse, así que solía arreglarse con maquillaje brillante que realzaban sus facciones. Sin embargo, ese día por las prisas le iba a tocar presentarse al natural. Por suerte, siempre hacía su rutina de skincare antes de salir de casa, así que su rostro siempre tenía un aspecto jugoso y limpio. Se puso un vestido negro sencillo y se presentó con zapatillas casuales/deportivas, su cabello perfectamente arreglado y suelto, pero poco alborotado para darle más volumen. 

Bella todavía estaba en el vestíbulo cuando Sabrina entró, apenas abrió la puerta la saludó con una sonrisa. 

-Ahí está mi chica!, ¿sabías que es de Venezuela? Es una diosa en la cama, si le das la oportunidad…- 

Pierre se quedó frío cuando Sabrina entró al vestíbulo. Apenas la miró se quedó maravillado con su belleza. Le parecía la más linda de todas, por lo natural que se veía. Tenía una cara redondita que la hacía ver muy mona y juvenil. 

-Es muy guapa de eso no hay duda- contestó Pierre al comentario de Bella.

Sabrina se sonrojó apenas escuchó a Bella. No se esperaba para nada que le fuera a decir eso al cliente. Ella sabía que no era la favorita de la casa, pero Bella veía algo más. Los clientes que entraban con ella se quedaban extasiados con su forma de trabajar. Los enganchaba a todos. No había queja alguna de sus servicios. Era la que mejor trabajaba sin dudas, pero no era la que más destacaba en lo físico. A pesar de ser hermosa, la belleza que más buscaban era la europea, y ella tenía muchos rasgos latinos. Pero no conocía los gustos de Pierre. Al ser francés y estar rodeado de rubias toda su vida, a Pierre le gustaba lo diferente y exótico, por eso le gustaba mucho entrar con Laura. Pero cuando vio a Sabrina le pareció la más hermosa de todas.  

-Hola! ¡Mucho gusto! Me llamo Sabrina, un placer…- dijo Sabrina, acercándose para darle dos besos en las mejillas. 

Apenas se tocaron, Pierre sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. 

-El placer es mío Sabrina, eres muy hermosa!- contestó Pierre a su saludo, muy entusiasmado porque había valido la pena esperar a su llegada. La cogió de la mano y la miró a los ojos. 

Ella le devolvió la mirada, era consciente de que su mirada era profunda, así que lo miró directo a la pupila y no le desvió los ojos. Pierre sintió lo mucho que se aceleró su corazón, esa mirada tan profunda, quería saber más de ella, quería conocerla.  

Luego se soltaron las manos. Al otro lado del bar estaba Bella, que se quedó viendo su interacción. Se dio cuenta al momento que a Pierre le había gustado mucho Sabrina, y también sabía lo buen cliente que era. Así que sin pensárselo dos veces le preguntó a Pierre:

 -¿Qué te ha parecido mi chica? ¿Verdad que es encantadora?- le insistió para cerrar el trato de inmediato.

-Es la más bella sin duda! Por favor, me gustaría conocerla mejor.- contestó Pierre, muy seguro de su decisión. 

-Pues entonces entrarás a la habitación tres, que es grande y pueden estar el tiempo que quieras…- le instruyó Bella.  

Una vez cerrado el trato, Bella se volteó a ver a Sabrina, mirándola para que ella captara que debía ir dentro mientras ella llevaba al cliente a la habitación. Sabrina entendió a la primera, se giró y salió del vestíbulo. Al salir Bella volteó a ver a Pierre y se dio cuenta que se había quedado mirando a Sabrina todo el tiempo. 

-Esta chica te gustará mucho, ya lo verás.- le dijo Bella picándole el ojo en señal de picardía.  

Ambos salieron del vestíbulo y se encontraron con un pasillo que dirigía a las habitaciones. Eran dos pisos que adecuaron para que fuera un piso enorme lleno de habitaciones. Todas tenían una bonita decoración, algunas estaban equipadas con jacuzzi y la más sencilla, ubicada en la entrada, se encontraba llena de espejos y una ducha. 

Al entrar en la habitación Pierre sacó su cartera para pagarle a Bella media hora. Pierre solía ser cliente de una hora, pero una vez, en esa misma casa, una de las chicas le encantó al verla, pero cuando estuvieron en la habitación ella resultó ser muy poco divertida y nada sensual. Por lo que le quedó de lección, a partir de ese día la primera vez siempre pagaría media hora y si le gustaba renovaría, de esa forma no perdería tiempo ni dinero con una chica que no le gustara. Le pagó a Bella 150€, que era lo que costaba media hora. Bella recibió el dinero y le sonrió, le dijo que iba a renovar, pero que estaba bien. Con eso se despidió y dejó a Pierre solo en la habitación.  

¿Quieres saber cómo continúa? Descúbrelo el próximo domingo...

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8 comentarios:

  1. Hola prima bella me encantó espero el capítulo 2

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    1. Gracias primaa!!! El domingo ya lo publico, ya verás como te gusta! Gracias por leerme hermosa❤❤❤

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  2. Muy buena pero nos falta porque es sólo un bocado excelente

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    1. Claro esa es la idea, que lo desees...🤭 Gracias por leerme! El domingo habrá más!❤❤

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  3. Me gusto ,espero saber el siguiente capítulo ✌🏻😉

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    1. Qué bueno que te guste!! Eso me anima mucho a continuar❤❤❤ Cada domingo seguiré con la historia, espero la disfrutes!!

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