Un día te despiertas en una cama en la que puedes dormir durante horas. Lo primero que oyes es el vaivén de las olas del mar. Hay mucha luz, pero no molesta. Abres los ojos y lo primero que te viene a la mente es: estoy casada. Te levantas, corres la puerta de la terraza y te asomas. Lo que ves te deja perpleja: el mar. Tienes unas vistas privilegiadas. El azul del agua, el verde de las montañas y el blanco de las nubes se mezclan con la espuma que las olas dejan al romper. ¿Quién querría volver al trabajo con semejante vista? Nadie. Esta semana he venido a contarte todos los detalles de mi luna de miel. Spoiler: es casi tan mágica como la boda... pero mucho más picante. ¿Quieres saber el chisme completo?
Por cierto, la luna de miel (aunque para mí es el mejor invento que se puede aplicar hoy en día) fue inventada por los hombres. Y no era un ritual romántico ni un viaje para estar a solas. En la antigua Babilonia, el padre de la novia le regalaba al novio una bebida de miel fermentada llamada hidromiel (de ahí viene el término “luna de miel”) para que la tomara con su esposa durante el primer mes lunar después de la boda. El objetivo no era el amor, sino asegurar la fertilidad (y, claro, los herederos). Lo romántico vino siglos después, cuando las parejas adineradas empezaron a viajar tras casarse y convirtieron aquel ritual en lo que hoy conocemos. Sé que no tiene nada que ver con el chisme, pero me pareció un dato curioso. Ahora sí, seguimos.
Nadie te cuenta lo agotada que quedas después de una boda. Así que irse unos días extra de vacaciones después de casarte es un regalo de la vida (y de las leyes laborales). En mi caso fue todavía más necesario: pasé todas mis vacaciones (las normales, esas largas que te dan una vez al año) planificando la boda, saliendo con mi madre y descansando a medias. Cuando empezó "mi descanso" en septiembre, tenía agotamiento acumulado. Fue un curso intenso: entre el aro, mi trabajo, el blog, los viajes, mi colaboración con Don Besucón y toda la planificación de la boda. Y mientras todos paraban, yo seguía trabajando en verano, porque aplacé mis vacaciones para poder estar libre cuando llegara mi familia y ocuparme de los detalles finales del evento. Y aunque me hubiera encantado descansar más, había demasiado que hacer.
Y claro, ya ni te cuento cuando llegó mi familia: entre el turismo, las comidas, las caminatas (muchas) y el hecho de que hacía años que no los veía, terminé dándoles toda mi energía. Te puedes imaginar cómo estaba después de la boda. El día antes del evento me puse mascarillas, sérums, parches, hidratación profunda… por eso me veía radiante (a pesar del cansancio). Ya sabes, las técnicas jiu-jitsu femeninas para vernos guapas cuando más lo necesitamos (guiño, guiño).
Pero lo bueno de planificar tanto es que, cuando esos días llegan, ya lo tienes todo atado y arreglado. Al coger el avión a las seis de la mañana rumbo a Menorca, mi mente por fin pudo decir: “ahora me toca a mí”. La elección fue una sugerencia de una compañera de trabajo (a la cual le agradezco muchísimo la idea). Cuando se la comenté a Don Besucón, no estaba muy seguro, pero encontramos un hotel super top: el Meliá. Yo jamás había estado en la isla y, aunque Don Besucón sí, al mismo tiempo todo le resultaba nuevo. A veces no es el lugar el que cambia, sino la persona con la que lo ves. Y claro, nosotros, recién casados y con una boda de ensueño recién cumplida, íbamos flotando. Soñando despiertos. Al fin solos, con ganas de saborear cada instante, como si el tiempo por fin se hubiera puesto de nuestro lado.
Pero además te tengo que contar que íbamos con unas camisetas especiales de la boda. Sí, nuestra boda fue tan top que hasta tuvo merchandising (🤪). No, mentira: fue un regalo de una de mis tías. Me las envió desde Venezuela (a quien, por cierto, le agradezco muchísimo el detalle). A mí jamás se me habría ocurrido en la vida, y fue súper divertido. La gente nos felicitaba todo el rato. En el propio hotel nos dieron trato VIP total (casi como de celebridad) por estar recién casados. Todo gracias a esas camisetas conmemorativas. A mí solo se me había ocurrido llevar gafas de Just Married, pero combinarlo con las camisetas fue todo un statement.
El primer día, como llegamos por la mañana y el hotel no nos recibía hasta las 15 h, fuimos directamente a la playa. Ahí estuvimos tumbados en la arena. No nos apetecía hacer nada más. Cuando por fin nos registramos, nos tumbamos en la cama para “descansar un rato” antes de bajar al chiringuito. Pues amiga… ¡nos dormimos hasta medianoche! 😅 Sí, parece que el primer día no lo aprovechamos mucho, pero no fue así: descansé. Mi cuerpo me lo pedía a gritos. Los primeros tres días, de hecho, dormimos muchísimo (en especial yo). El cansancio era acumulado, como si llevara meses sin dormir. Cuando por fin nos despertamos, pedimos servicio a la habitación (yo en mi vida había podido hacer eso). Me sentía una reina. Pero después de comer… nos volvimos a dormir. 😂
Al día siguiente, después de tantas horas de descanso, teníamos una energía y una sonrisa que reflejaban perfectamente cómo nos sentíamos: muy felices y emocionados de estar allí, celebrando nuestra luna de miel. Don Besucón cambió de piel y se transformó en Sireno Man. Ya te había contado lo mucho que ama el mar y nadar, así que estuvo metido en el agua todos los días (a pesar de que estaba súper fría). Yo, en cambio, me metí bastante menos. Se iba a nadar todas las mañanas y, aquella primera, me escribió sobre la arena un corazón gigante con nuestras iniciales. Yo podía verlo desde el hotel. Me derretí de amor cuando lo vi. 💘 Así arrancaba nuestra luna de miel.
Él fue quien preparó todas las actividades, y el primer día tocaba dar un paseo en barca. Era una lancha pequeña, muy fácil de conducir. Yo ya me había montado en una en Venezuela, pero nunca la había conducido, y menos estando a solas con alguien. Esta experiencia fue única: recorrimos varias playas y calas de la isla por el mar. El sol era radiante y, aunque soplaba un poquito de aire frío, el clima era ideal. Sireno Man nadó en todos los lugares posibles. Estaba en su salsa.
Al volver, nos quedamos paseando por el hotel un rato y luego subimos a la habitación. Yo utilicé mi bata de novia como pijama esos días. Me sentía tan divina… pero también muy señora (oops 😅). Le decía a Sireno Man: “me siento como una señora poderosa, de esas que salen en las pelis”. Porque sí: yo no soy de usar batas de seda ni vestidos delicados para dormir. Yo suelo dormir con una camiseta larga, la prenda más cómoda que existe. Aunque, claro, también me encanta dormir desnuda y pegadita a mi amor (guiño, guiño). En la habitación también estaban todos mis accesorios de mi Bride era, porque no solo eran para la boda… ¡a la luna de miel tenían que venir sí o sí!
Al levantarnos al día siguiente, cogimos el auto temprano para ir a otra cala que quedaba a media hora de donde estábamos. Esta vez íbamos a hacer algo que yo jamás había hecho en la vida: ir en kayak. Siempre me había llamado la atención, pero, claro, nunca se me había presentado una oportunidad real. A pesar de lo femenina que puedo ser (o parecer), tengo un lado salvaje (no tanto como el de Sireno Man, él, plano, parece Tarzán), pero sí me encanta la aventura. Eso es algo que compartimos. Yo no podía negarme a remar un kayak. Todo lo que tenga que ver con nuevas experiencias, divertidas y hasta un poco arriesgadas, siempre será de mi agrado.
Pudimos ver otro lado de la isla. Aunque el recorrido era más lento y con esfuerzo físico incluido, la experiencia se sentía mucho más cercana y natural que con la lancha a motor. El mar lo tienes justo ahí, debajo de tus pies. Cada vez que remas, el agua te salpica un poco, pero como vas en movimiento, no te da frío. En las zonas más claras puedes ver el fondo del mar, y sentirte un poco intimidada en las más oscuras. Es una experiencia que recomiendo genuinamente. Pudimos entrar en cuevas y formaciones rocosas escondidas detrás de la playa, a lo lejos. Ver a través del agua los peces, las rocas y las plantitas fue simplemente mágico.
Eso sí, la vuelta fue otra cosa. Cuando empezamos a remar no había tanto viento, y el poco que soplaba no iba en contra. Pero al regresar, todo cambió: teníamos el viento de frente y soplando fuerte. Yo iba adelante, y mi trabajo era básicamente mantener el rumbo del kayak. Sireno Man iba detrás, remando con fuerza e intentando darnos velocidad. Pero fue aterrador. Hubo un momento en que pensé: “nos van a tener que rescatar”. Aún así, no nos rendimos. Seguimos remando y, finalmente, llegamos ala orilla. Eso sí, quedamos tan cansados que hicimos lo mismo que los días anteriores: dormir.
A pesar del cansancio, la luna de miel no solo fue romántica… también fue picante (😏). Cuando volvíamos a la habitación después de un día lleno de nuevas experiencias, no podíamos evitar celebrarlo en el mejor lugar donde pueden estar dos recién casados: la cama. Y es que, claro, la finalidad moderna de la luna de miel no es solo el viaje, las fotos o las aventuras… también es comerte a tu nuevo esposo (o esposa) con ese título recién estrenado que de repente te parece súper atractivo. Después de tanto ajetreo, estrés y cansancio por la boda, el deseo sexual se apaga un poco. Pero la luna de miel está precisamente para eso: para reavivar la chispa y tener una buena excusa para probar lugares nuevos, posiciones nuevas, juguetes nuevos... y todo aquello que siempre has querido probar (guiño, guiño 😉).
El cuarto día del viaje decidimos ir a otra cala… pero esta vez caminando. Hicimos una ruta hacia otra playa. ¿La razón? Menorca no solo tiene playas, también tiene montañas y mucho verde. Es una isla que conserva muy bien su “virginidad”, es decir, no ha sido demasiado invadida por el ser humano. Hay playas donde incluso limitan el aforo o el acceso. Por eso, ir en barco es tan ideal: puedes rodearla por mar y descubrir rincones únicos. Pero claro, caminar también nos gusta mucho. Sireno Man, como siempre, lo lleva más lejos que yo (hasta forma parte de un grupo de senderismo), pero de vez en cuando me encanta acompañarlo en sus rutas. Y aunque tuvimos que bajar (y luego subir) muchísimas escaleras para acceder a la playa, valió totalmente la pena.
La playa era preciosa. Estuvimos tomando el sol y hablando durante unas cuantas horas, disfrutando de nuestra compañía, de nuestras miradas, de nuestros besos y caricias, de las risas y hasta de los chismes. Es como más nos gusta estar: juntos, disfrutándonos.
Aunque al volver estábamos muy cansados, sacamos fuerzas para ir a beber unos cócteles en el hotel. Pero claro, después de tanto esfuerzo, nuestros cuerpos pedían cama. Volvimos a pedir servicio a la habitación y cerramos la velada viendo el atardecer desde la terraza, fluyendo y viviendo el momento como nunca.
El quinto día fue más Keisy’s Style. 💅🏻 Fuimos a la ciudad de Mahón: a ver tiendas, comprar y pasear. Los primeros días habían sido más de actividades naturales, pero a mí siempre me han encantado las ciudades. Tienen una magia única, un encanto particular. El día estuvo un poco nublado, así que fue el plan perfecto: no llevaríamos tanto sol y podíamos entrar a las tiendas si llovía. Compramos recuerdos y ropa. Y, por supuesto, fuimos a comer pizzas… que estaban divinas.
Pudimos ver la puesta de sol en un puerto y fue espectacular. Ver una puesta de sol siempre es algo hermoso, pero hacerlo frente al mar eleva la experiencia a otro nivel. Cada día la veíamos, y cada día se sentía igual de especial. Es lo mágico que tiene la naturaleza: si la observas bien, viviendo el aquí y el ahora, nunca cansa. Siempre te parece hermosa, conmovedora y, además, te transmite una paz infinita. Vi las primeras hojas de otoño caer y, a pesar de que ya estábamos en pleno otoño, aún se sentía el calor en medio del frío. ¿Amor o suerte climática?
El resto del viaje fue más tranquilo. El sexto día nos vestimos elegantes para cenar y fuimos a comer langosta a la Ciutadella, un sitio precioso que transmite la magia de lo antiguo, de la historia y de lo natural. Yo nunca había comido langosta en mi vida. Al principio me pareció muy raro (porque, seamos honestas, su aspecto no inspira mucha confianza), pero una vez la pruebas, alucinas. ¡Es tan deliciosa! Sireno Man me regaló unos días mágicos que no olvidaré jamás
Pero lo mejor fue el final. El último día nos cambiamos de habitación a una Suite Premium. Sí, amiga: de esas que solo alquilan los millonarios. Y déjame decirte que ahora entiendo por qué. Era gigante, como un apartamento entero. La terraza era una pasada: tenía jacuzzi privado, tumbonas para tomar el sol, sofás… espacio. Era enorme. La bañera, los albornoces, los sofás gigantes, la cama super cómoda y grande. Todo en esta habitación era de ensueño.
Habíamos acordado pasar todo el día en esa habitación, así que solo salimos para comer algo y para la hora feliz. Allí brindamos entre cubatas y champán, celebrando que estábamos ahí, viviendo ese momento juntos. No había nada mejor en el mundo.
Al volver a casa, regresé llena de amor, de recuerdos preciosos y de momentos únicos en mi vida. Todo lo que estoy viviendo ahora es fruto de mucho esfuerzo. Emigrar no es fácil. Salir adelante sola no es fácil. Pero si luchas cada día, si no te rindes en los peores momentos, verás cómo todo se recompensa. La vida que vives con amor, autenticidad y pasión termina reflejando lo que eres, lo que llevas dentro, lo que siempre has soñado. ✨
Con estas palabras me despido. Espero que hayas disfrutado este post tanto como yo al escribirlo. Revivir mi luna de miel para contártela es algo que me llena de gratitud. Cada palabra, cada foto, cada vídeo que comparto sobre mi boda nace desde el fondo de mi corazón. Todo está hecho con amor y cariño para todas mis lectoras, mis amigas, mis conocidas y todas aquellas que se acercan a mi blog. GRACIAS A TODAS. 🤍
¡Nos leemos en el próximo post! ❤️✨
Que hermoso todo lo que viviste hija de mi vida, estoy muy feliz de que hayas cumplido algunos de los sueños que se todavía faltan muchos por cumplir 🥳🥳🥳 vive cada momento v cada día con la convicción de que todo lo que quieras para tu vida lo cumpliras Te Amo con mi vida ♥️♥️♥️ que sigan los éxitos 🥳🥳🥳🥳
ResponderBorrarMuchas gracias mami!! Te amo muchísimo!! Gracias por tanto❤️ ❤️
BorrarBendiciones y más bendiciones Mi Princesa Te Auguro TODO LO MEJOR DEL PLANETA
ResponderBorrarMUCHÍSIMAS GRACIAS!!!🥹❤️
BorrarSin palabras prima que hermoso todo de verdad muchas bendiciones disfruten al máximo cada día desde la distancia un fuerte abrazo tqm 🥳👏🏻❤️🥂
ResponderBorrarMuchísimas graCIas prima!! un beso y saludos!!❤️
BorrarMe alegra que eligieras Menorca para pasar tu luna de miel, es una isla que la tengo mucho en mi corazón, gracias por compartir un viaje tan especial.
ResponderBorrarFue un viaje que jamás olvidaré, espero volver en algún momento. Me pareció un lugar mágico... gracias a ti por leerme y comentar ❤️
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