KSX blog: Opiniones de los demás sobre mi cuerpo y el uso de Lencería

Ser mujer es algo especial, ¿no lo crees? Lo malo es que tienes a los hombres y a otras mujeres, dándote su humilde opinión, (opinión que nunca les pediste) sobre tu cuerpo. Como si en casa no tuvieras espejo. Esto pasa más cuando eres adolescente, ya que pasamos muchísimo tiempo de nuestro día viendo como nos vemos. Pero ahí están de todas formas, las opiniones de los demás sobre tu cuerpo: que si estás muy delgada, que si estás más rellenita, o que te falta una cosa o quizás otra. Te contaré algo, crecer muy delgada (más bien esbelta) en una país de curvas ¡fue una pesadilla! Y sí, ya sé lo que piensas: que ya no estoy viviendo allí, y que soy guapa. Vale eso lo sé, pero fue muy difícil para mí dejar de pensar como solía pensar antes. Yo sufrí dismorfia corporal cuando sólo tenía 13 y 14 años, pero y eso, ¿por qué? Pues porque todos a mi alrededor, pasando por compañeros de clase, vecinos, familia, amigos, todos tenían una opinión sobre mi cuerpo. Que no era para nada perfecto, pero alerta spoiler: ¡NINGUNO LO ES!

A excepción de mis padres y hermana, sufrí constantemente de burlas y comparaciones. Todo por no tener un cuerpo acorde a los entandares de belleza. Y bueno no es que quiera entrar en plan de víctima, porque no me considero una. Esto lo tengo más que superado. Pero justo por eso es que te comparto mi experiencia, porque ya no me afecta. En un mundo ideal, ninguna persona se atrevería a decirle a una adolescente (la cual todo le afecta) que a su cuerpo le falta volumen, o que es un palo, o que su cuerpo no es bonito, etc... Porque te aseguro, que esas palabras cuesta mucho quitártelas de la cabeza.

Ahora te estarás preguntando: ¿qué es la dismorfia corporal? Pues rapidito te digo que es un trastorno obsesivo-compulsivo en el que sólo puedes ver tus defectos. Es como odiar tu cuerpo, te ves al espejo y no te gustas. A mi me pasaba con mi cuerpo a esa edad, sentía que era horrible, y siempre trataba de ocultar mi figura, utilizando ropa ancha y negra. Cuando sufres este trastorno, sientes una vergüenza constante de tus defectos. Es una sensación muy desagradable. Recuerdo mirarme al espejo y verme muy muy fea, no había prisma en mis ojos que me hicieran ver la realidad: que era hermosa tal como era, solo que era diferente. Pero eso no tiene nada de malo, aunque claro, eso lo sé ahora.

Muchísimas veces he sentido ganas de viajar al pasado y decirle a mi yo adolescente que todo estará bien, y que aprenderá amarse, a cuidarse y aceptarse con los años. Y que en algunas partes del mundo, su cuerpo es incluso considerado una belleza. Pero lo más importante: que aprenderá a llevarse a ella misma con orgullo, porque acepta lo que es.

No fue hasta que entré al mundo del modelaje, hasta que me vi por primera vez sexy en una foto, que entendí que lo que yo veía en el espejo no era real. Que yo estaba bien como estaba, porque solo era una chiquilla que le faltaba crecer y que no tenía que preocuparme por mi aspecto en ese momento. Entendí que mi cuerpo es mío, lo llevo yo. Al mirarme al espejo, con el tiempo, me di cuenta de algo: que ese sería mi cuerpo hasta mi último día de vida. Por lo tanto, tenía que hacer las pases conmigo misma. Me armé de valor (con mucha paciencia y cariño) para decirme de frente: esto es lo que hay, ya sé que hay que cosas que no te gustan, pero no las podemos cambiar. Así que abrázalas, porque tus defectos van a estar siempre ahí, pero tenemos a aprender a ignorarlos. Y te digo aprender porque yo todavía sigo aprendo. Hay días que me quiero más, donde me siento guapísima, donde quiero comerme el mundo. Pero también hay días donde me quiero menos, porque cuando me miro al espejo no me gusta como me veo. Pero esos días de más bajón recuerdo algo importante: que es solo HOY, mañana será otro día, tendré otra energía y me sentiré diferente.

Ahora bien, el segundo tema ayuda mucho al primero, y por eso los he conectado. Deja que te haga una pregunta muy personal: ¿utilizas lencería? Si la respuesta es sí, respóndete esto: ¿en qué ocasiones o para quién la utilizo? ¡Ahí te pillé! Solemos utilizar la lencería solo para "ocasiones especiales", y sabes a lo que me refiero picara (guio, guiño). Pero qué te parece si en vez de solo utilizarla para esos encuentros, empiezas a usarla también en tu día a día. Para ir al trabajo, para hacer la compra, para visitar a tus amigas. Da igual la ocasión, porque quien sabe que la lleva puesta eres tú. Te vas amar, no hay mujer sobre la faz de la tierra que no se vea guapísima en lencería. Da igual la edad, el estilo de cuerpo, el color, la forma, ¡a todas nos queda preciosa!

Utilízala mañana, y no le digas nadie. Notarás como te empoderas, y lo sexy que te ves. Esta idea no es original. Hace algunos años, cuando vivía en Argentina una chica llamada Rosa, con la que trabaja en un restaurante, me invitó a su casa para yo darle un masaje (sí, soy masajista). Como pago ella me iba arreglar las cejas. El hecho es que me confiesa (porque la vi sin ropa) que le encanta usar lencería, y que se la pone para ir a todos lados, y que eso la hacía sentir poderosa. Pues eso se me quedó muy gravado en la cabeza, así que comencé a ponerlo en práctica. No me vas creer, pero ¡amé el resultado! Al principio me sentía un poco ridícula, sobre todo si te atreves a utilizar ligueros. Pero conforme pasaron los días, notaba el cambio en mi actitud, en mi autoestima y en mi energía. De verdad te lo aconsejo de todo corazón, porque la sensación que te da sentir que vas sexy todo el día, te empodera. Así que ya sabes, usa lencería para ti, conquístate, quiérete, amate, así cuando te veas al espejo te gustarás mucho más.

Y te dejo esta reflexión, la opinión de los demás sobre tu cuerpo, dice más sobre ellos y de sus inseguridades que sobre ti!